miércoles, 2 de diciembre de 2009

Reporte de Lectura sobre la Antropología dentro del "Espíritu Subjetivo" en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas

Durante mucho tiempo se ha hablado del espíritu como una de las potencias que más han inquietado a la humanidad y por lo tanto, no es del todo fácil hacer una definición que nos lleve a esclarecer tal concepto. Se ha concebido tradicionalmente que el espíritu tiene que ser de naturaleza no material o simple, tal como lo consideraba Platón en uno de sus diálogos llamado el Fedón, donde se habla de la inmortalidad del alma. La naturaleza de ésta tiene que ser diferente a la del cuerpo, lo que significa que existe una dualidad entre el cuerpo y el alma, tal como Descartes lo planteaba al adjudicarle a la primera un papel primordial determinante para la formación de pensamiento, algo que se relaciona con la actividad mental. Descartes ve que lo corporal es dañino para la actividad intelectual, por lo que la existencia del hombre tiene únicamente validez en tal plano, por lo que el pronuncia. Pienso, Luego Existo.
¿Qué es lo que nos quiere decir lo anterior? En la interpretación clásica del espíritu, se le ha concebido como algo muy aparte del cuerpo, y de las motivaciones que están presentes en éste. La dualidad entre el cuerpo y la mente, hace que sean elementos contrapuestos entre sí, lo que da pie a que se hable separadamente de ellos. Los pensadores anteriores a Hegel, habían hecho muchas escisiones, para poder estudiar la realidad de manera separara, con lo cual se hablaba entre otras cosas, de la revolución copernicana realizada por Kant que postula: el sujeto sólo debe determinar al objeto. Sin embargo, esta manera resulta muy problemática para encarar la realidad; por lo que hay que recurrir a hacer valoraciones integrales que nos permitan comprender y entender el punto de vista más adecuado. Hegel se convierte en el pensador que quiere que la realidad se aborde bajo la égida de una concepción integral-racional, y para ello no se tienen que concebir al objeto y al sujeto como entidades separadas, sino como entidades que se determinan mutuamente; y lo mismo sucede con el alma[1] (con el espíritu) y el cuerpo. Ello da posibilidad que el conocimiento del sujeto y del mundo sea más comprensible.
Particularmente hay que partir del conocimiento de sí mismo, no como algo sumamente complicado en donde convergen interpretaciones metafísicas, sino como algo en donde se encuentran las pasiones, los defectos y virtudes del ser humano. Hay que proceder Socráticamente[2] en el conocimiento del sujeto para poder comprenderlo y estudiarlo antropológicamente mejor. ¿Entonces, desde una concepción Hegeliana, el espíritu tiene que ser esa parte del ser humano en donde está presente: la libertad, la negatividad, lo relativo a las pasiones? Sí. Se debe partir de que el espíritu es finito en el sentido de que pertenece al ser humano. El espíritu que se presenta tal cual como le pertenece al individuo tiene correlación con la subjetividad, es decir, con las diversas emociones que experimenta el ser humano. ¿Esto nos querrá decir que el espíritu además de tener relación con las pasiones humanas tiene relación con la inmaterialidad? Sí. La naturaleza del espíritu es equiparable a lo que ocurre dentro de los territorios de la física, en donde nos encontramos con los átomos y las partículas subatómicas. En éstos niveles, nos parece que la materia empieza a convertirse en un problema, ya que nadie ha visto un átomo, pero los estudios que se realizan, sugieren la existencia de átomos. Lo mismo sucede cuando hablamos de lo que ocurre en el calor[3], que no se puede ver a simple vista; pero con el progreso de las investigaciones científicas, actualmente es factible poder verlo, por medio de cámaras especiales. Dentro del mismo territorio de la física, la luz no tiene naturaleza material, y es uno de los fenómenos que en los últimos años en el campo astronómico se le ha dado prioridad, a raíz del descubrimiento de planetas que tienen lugar.
Como vemos, el alma no es la única potencia de carácter inmaterial con la que nos encontramos. Es necesario estudiar el mayor número de características posibles del espíritu finito, antropológicamente, tratando de ver cada uno de los detalles e implicaciones que tiene. El sueño y la vigilia se presentan como 2 estados que son esenciales para el hombre: El primero tiene relación con el reposo, que se debe tener después de un día de trabajo, y que sirve para que podamos recuperar las fuerzas perdidas durante el día; la vigilia constituye tener nuestros sentidos en alerta, lo que nos ayuda a desempeñarnos cotidianamente.
Las sensaciones se convierten en todo aquello que recibimos por medio de nuestros sentidos a través de la vista, el gusto, el olfato y el tacto. La vista sin duda, se convierte en uno de los sentidos, por el que recibimos las imágenes del mundo exterior, que procesamos para convertirlas en conceptos (la noción de árbol, de cada) que son indispensables para dar cuenta de las realidad. Tenemos que tener de cerca que tradicionalmente se le ha adjudicado un papel determinante al corazón, por la creencia de que éste es el lugar donde reside el amor. Dentro del imaginario colectivo, es común que nos encontremos con el dicho de que en el corazón está todo lo relacionado con el amor y con el desamor: Pues de aquellas personas que tienen una disposición para realizar el bien, se dice que tienen buen corazón; y en este plano, es donde nos hallamos con la figura del corazón roto, cuando se habla de una persona que ha sido decepcionada amorosamente. Es cuando se ha hablado de que el corazón tiene razones, que la razón no conoce.
Si nos podemos a hacer un análisis riguroso de las emociones tienen una conexión con lo que ocurre a nivel cerebral, lo que nos lleva a postular el carácter espiritual que pueden tener éstas. Los últimos estudios realizados a nivel de las neurociencias, han demostrado que ciertas regiones dentro del cerebro se activan, dependiendo de qué emociones experimente el individuo –tristeza, alegría, amor, odio. Las cuestiones espirituales no las podemos sentir a la manera de los objetos concretos; pero si las podemos percibir. El ser humano tiene la capacidad de reconocer no sólo sus propias emociones, sino las de los demás. Por eso, existen juicios de valor que se realizan respecto si una persona está feliz o no. Hegel, menciona que las emociones o los estados de ánimo se pueden contagiar de una persona a otra. Es importante mencionar la conexión que pueden tener los individuos entre sí, cuando experimentan emociones conjuntamente, pues cuando una mujer está encinta, tiene una vínculo con la criatura que trae en su vientre, que viene siendo una relación de alma. Numerosos estudios científicos, hablan del especial cuidado que debe tener la futura Madre durante el período de su embarazo.
¿Las relaciones entre las personas se encuentran determinadas por el sentimiento? Sí Las pasiones, las voliciones tienen un vínculo con lo que ocurre con los diferentes estados de ánimo de las persona. El sentimiento de sí, es una capa exterior del sujeto, algo que tiene relación la inmediatividad. Los afectos tienen que estar colocados como una parte que nos permite vislumbrar y conocer un poco de cómo son las personas. Las determinaciones sentimentales nos llevan a experimentar en el espíritu de ira, alegría[4]. Cuando los sentimientos únicamente encuentran un cauce por la vía de la negatividad, traen efectos dañinos y perjudiciales, no sólo para la persona que los experimenta, sino para aquellos que se encuentra su alrededor. Para evitar este tipo de inconvenientes, es necesario que el sujeto emprenda una serie de reflexiones que tengan presente el más alto aspecto espiritual. Solamente al interiorizar podemos encontrar la esencia espiritual auténtica de lo que somos. ¿Qué es lo que se necesita llevar a cabo? Una disposición que nos permita que los hábitos se encaminen de la mejor manera posible, es decir que la repetición de los buenos sentimientos, lleve a que se geste lo relativo a la moralidad. Una repetición que tenga únicamente en cuenta las pasiones negativas, conduce a la formación de hábitos negativos y perjudiciales. Si el sujeto es capaz de desprenderse de los malos hábitos, practicando buenos hábitos, puede encontrarse con el alma real: Cuando el espíritu es capaz de elevarse por encima de la exterioridad corporal, no rechazándola, sino viendo en ésta, la oportunidad que nos permite escalar hacia un punto de reflexión emparentado con la razón. “El alma en su corporalidad, formada y hecha suya propia, está como sujeto singular por sí, y la corporalidad singular por sí, y la corporalidad es, por tal modo, la exterioridad , en cuando predicado en el cual el sujeto se refiere sólo así, esta exterioridad no representa así sino al alma, y es el signo de ésta”[5].
Hegel, es un pensador que postula que para poder entender lo que acontece en la dimensión de lo espiritual del hombre, hay que ver en la relación mente-cuerpo no una dualidad en la que ambos elementos tienen que ser explicados por separado; sino como algo que tiene que ser explicado conjuntamente: Se tiene que partir de la consideración de ver las características propias del hombre, como las sensaciones, los sentimientos, que muestran su exterioridad, para que posteriormente podamos entender las manifestaciones de la interioridad que se dan en el aspecto espiritual, como la moralidad; y tal es el pensamiento hegeliano relativo a la antropología, que ha dado lugar a estudios posteriores respecto a la relación mente-cuerpo.








Bibliografía:
Hegel, G.F Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, México, Porrúa, 2004.
Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez

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