domingo, 6 de diciembre de 2009

Reporte de Lectura sobre la Lógica en la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, a partir de la página 29 a la 75

Reporte de Lectura sobre la Lógica en Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, 2 Parte. A partir de la página 29 a la 75 del libro de Hegel.


La lógica se ha convertido en una de las disciplinas más importantes dentro de la filosofía en los últimos años. Ésta ha tenido una evolución a lo largo del tiempo, desde Aristóteles hasta nuestros tiempos. Él es el Padre de la lógica, que armó una completa revolución dentro del campo filosófico. A lo que nos llevaría a preguntarnos: ¿Cuál era la concepción que el tenía sobre la lógica? o ¿Cuál era la concepción de la lógica en los Griegos en aquellos tiempos? La lógica o clásica, difiere de la que conocemos actualmente, pues para ellos, las representaciones sensoriales, forzosamente tenían que tener correlato con las abstracciones en el pensamiento, es decir, había una creencia en que el mundo se nos representaba tal como era. Si un griego veía una hoja de color verde, pensaba que ésta así era, y no se le ocurría pensar que el color verde, era producto de ciertas relaciones, asociaciones dentro de su mente. Sin embargo, es una lógica que tiene que ver en parte con lo particular y que está ligada a la experiencia en gran medida.

Sin embargo, la concepción de la lógica no siempre ha sido la misma, ya que ha cambiado progresivamente a través del tiempo, con lo que no es lo mismo hablar de la lógica Aristotélica, que de la lógica Hegeliana. En un sentido coloquial, diríamos que la lógica es la ciencia que ayuda a que el pensamiento se ordene, al apelarse a los argumentos, a las disquisiciones que tienen presentes los razonamientos, los silogismos, que nos llevan a una comprensión más clara de los acontecimientos, lo que la caracteriza que sea una ciencia difícil[1], que requiere tiempo y dedicación; pues ayuda al mejoramiento y la perfección de la inteligencia. Es dentro de tal designación que Hegel la coloca, en uno de los grados más altos del conocimiento, que tiene presentes las abstracciones, los conceptos, que ya no deben de formar parte de las experiencias sensoriales, pues se parte de que el mundo no es tal como se nos presenta, por lo que hay que indagar profundamente para poder tener conocimiento de él. La generalidad es la que debe de contar, haciendo caso omiso de las representaciones particulares, o las que son producto de nuestros sentidos, para poder encontrarnos con los conceptos, con los pensamientos que son producto de una reflexión filosófica.

Entonces, se abren 2 vías: La primera, tiene que ver con las representaciones, o sea con la experiencia y lo particular; la segunda tiene relación con la generalidad[2], con la elaboración de conceptos, en una palabra, con los pensamientos. Por un lado todos los seres humanos tenemos una diversidad de sensaciones; mientras que una persona puede sentir calor, otra puede sentir frío. Sin duda, las anteriores son representaciones desde el ángulo personal, o atomístico. Por otro lado, éstas también pueden estar relacionadas con nociones universales, lo que lleva a que haya ciertas concepciones dentro del derecho, la moral, subsistan a través del tiempo: El bien, la justicia, la bondad, son intemporales, porque en todas las épocas han hablado de tales conceptos. Sin embargo, las ideas de la moralidad por sí mismas, se convierten en entidades aisladas, que no nos dicen mucho, ni nos dan los elementos necesarios para poder reflexionar. ¿Qué es lo que se necesita para que podamos articular las representaciones, y que puedan ser transformadas en pensamientos? Se tiene que proceder a una reflexión filosófica, lo que hace que veamos en la generalidad la oportunidad para preguntarnos por las causas, por todas las implicaciones que puede tener una simple representación sensorial. Las distintas fragancias[3] que utilizan las personas, pueden dar la pauta para analizar un aroma en específico. Así, se obtiene que dentro del yo, de cada representación particular, nos encontremos con la generalidad del yo, que habla de la comunidad, de la pura abstracción. A su vez, nos encontramos que el análisis de la justicia, del bien, de manera fundamentada y conjunta; nos permite dar cuenta del mejor régimen político existente; y también al analizar la justicia, nos damos cuenta del grado de corrupción que impera en los países. Es por eso, que la actividad filosófica está íntimamente relacionada con los pensamientos.

En el pensamiento, donde nos podemos encontrar con la libertad[4], que nos da la posibilidad de encontrar la objetividad. En este contexto, nos encontramos con la lógica, que se asemeja a la metafísica[5], en que es una actividad estrictamente del pensamiento. El desarrollo de la lógica, como una actividad que tiene que ver con lo puramente racional, donde aparecen las contradicciones (el movimiento- reposo) Hegel la examina en la fenomenología del espíritu, que parte de un análisis dialéctico de la realidad (tesis-antítesis síntesis).

Kant, el filósofo Alemán que fue el antecesor de Hegel, le puso límites a la razón, al poder en entredicho que no podemos conocer la cosas en sí, como Dios, el alma y la inmortalidad. Una de sus obras es la crítica de la razón pura, en donde dice expresamente que no podemos ocuparnos en dedicar nuestra vida al conocimiento de Dios. En esa misma obra habla de una metodología que nos permite fundamentar el conocimiento existente dentro del mundo material, para poder tener mejores criterios para calificarlo. En la crítica de la razón práctica[6], se encarga de examinar lo particular, respecto a cuáles son las acciones correctas que hay que seguir. “La principal eficacia que ha tenido la filosofía Kantiana ha sido la de haber despertado la conciencia de esta absoluta interioridad, la cual, si bien con motivo de su carácter abstracto no puede desarrollarse de sí en modo alguno, y no puede producir ninguna determinación ni conocimientos, ni leyes morales, también, se niega, sin más, a admitir y a hacer valer en sí cualquier cosa que tenga carácter de exterioridad.[7]

Por ello, la posición Kantiana respecto a lo que sí podemos conocer o no, es bastante clara, y pareciera que ya no debe someterse a una ulterior revisión. Sin embargo, el filósofo que vuelve a abrir ese tipo de problemáticas, para colocarlas dentro de su sistema filosófico es Hegel, ya que afirma que si se puede predicar la existencia de lo absoluto, o de Dios. Para ello, éste tiene que ser designado con una serie de predicados: como Dios existe[8], es eterno, es omnipotente. Tan sólo con mencionarlo y hablar de él, ya se está dando cuenta de su existencia, pues pareciera que existir en el pensamiento es existir realmente en la realidad –como lo había hecho San Anselmo, al dar las pruebas sobre la existencia de Dios– Pero Hegel, no quiere hablar de el Dios en el sentido Cristiano del término, como un ser único de esa religión, sino más bien de un ser universal que está presente dentro de las representaciones de la divinidad en todo el mundo, como lo pueden ser: El ídolo, para los budista, para los chinos, entre otras figuras míticas.

El conocimiento de la creencia en Dios, tiene que proceder de lo inmediato[9]. ¿Pero por qué? Tiene que haber un reconocimiento claro y preciso de él. El hombre culto, puede después de haber estudiado largo tiempo temas diversos, llegar a la resolución de problemas en unos instantes; como algún matemático experimentado que pueda dar el resultado de una ecuación. Lo mismo pasa en lo que se refiere al conocimiento de Dios. La idea de la divinidad no es una idea innata como lo había planteado Descartes, si no se debe al aprendizaje, como lo había dicho Locke, que requiere de tiempo para que pueda ser asimilada por los individuos. Y es por eso, que cuando a éstos se les pregunta sobre la existencia de Dios, pueden responder tan rápidamente, y decir si son creyentes o no.

Conclusión: Hegel, pone en tela de Juicio la doctrina de su coetáneo Kant, al empeñarse en criticar, y en resaltar todos los puntos escuálidos de la doctrina Kantiana; en sus obras, como la fenomenología del espíritu, y la enciclopedia de las ciencias filosóficas. Pues Hegel, no le pone límites al conocimiento ni de lo material, ni de lo espiritual; su filosofía la sitúa en todos los terrenos, y no deja que nada se le escape.































Bibliografía.



Hegel, G.F Enciclopedia de las ciencias Filosóficas, México, Casa Juan Pablos, 2002.
Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez

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