jueves, 10 de diciembre de 2009

Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas (Primera parte) La ciencia de la lógica

Para Hegel la lógica es la ciencia de la idea en el elemento abstracto del pensamiento que no opera sobre intuiciones ni con representaciones sensibles abstractas, sino con abstracciones puras, cuyo producto como actividad es lo universal y lo abstracto en general, lo cual le da forma al pensamiento. La idea en el pensamiento se desarrolla a partir de la peculiaridad de determinaciones y leyes propias que él tanto se da, como encuentra en sí mismo. Entre estas determinaciones se encuentran por ejemplo: el ser, el no ser, el ser en sí, el ser para sí. El pensamiento como sujeto es el yo o ser pensante que interviene en todas las determinaciones, y nada se produce fuera de él. Y el yo, para este pensador, es el individuo constituido por mí que excluye a todos los demás, pero que a la vez es excluido por cada uno de ellos en su propio yo. El yo representa lo general, y la comunidad una forma exterior de lo mismo, el yo es la existencia de la universalidad completamente abstracta.
Hegel encuentra que la utilidad de la lógica para el sujeto es su contribución a la educación de la inteligencia, es decir al conocimiento de las leyes del pensamiento puro; sin embargo al ser la forma absoluta de la verdad pura, su utilidad consiste en algo más que el ejercicio formal del pensamiento. Hegel retoma de Kant los elementos formal y material pero considera una relación al interior de éstos. Para él, el contenido de la representación es la materia sensible elaborada por el individuo mismo a la que le da forma y de la cual se apropia a través de la reflexión.
Encuentra que la representación posee además del sensible, un contenido proveniente del pensamiento mismo; como en las representaciones de hechos jurídicos, morales y religiosos y del propio pensamiento, cuyas formas son universales en tanto el origen y la representación de los mismos. No obstante el carácter distintivo de las representaciones de las determinaciones ya citadas u otras análogas, que parecen separarlas y situarlas en espacios distintos en cuanto objeto material, no así su contenido que no cambia ni pasa con el tiempo. Sin embargo permanece en estado de individualización y aislamiento.
Así las representaciones de las determinaciones pueden ser simples, y aisladas como las afirmaciones de: derecho, Dios, etc., que no son más que pensamientos, pero a las que el intelecto agrega otras determinaciones aisladas de la general, que lo lleva a convertirse en concepto. Por lo que es el entendimiento el que introduce en las determinaciones aisladas de las representaciones, las relaciones necesarias de lo general y lo particular u otras que producen los conceptos, pero sin ligarlas, y la facultad representativa se encarga de colocarlas una al lado de la otra pero no las asociarlas, sino de forma indeterminada, por la y.
Hegel introduce el elemento del lenguaje como obra del pensamiento y no al contrario. En éste argumenta, todo es universal, razón por la cual, aun cuando se trate de expresar algo particular, algo que pertenece únicamente al individuo, ya sea sensación o sentimiento a las que por cierto considera lo menos real, no es posible. El producto del pensamiento reflexivo como actividad propia del pensamiento, aplicada a un objeto, es lo universal y lo que constituye la esencia íntima y realidad del objeto. Es por la reflexión como se manifiesta la verdadera naturaleza de las cosas, que a su vez son producto del espíritu en cuanto sujeto pensante, es decir en cuanto yo. El pensamiento en cuanto a su contenido, no es un ser o hacer particular del sujeto sino la conciencia , a la que Hegel llama el yo puro, independiente de todo particular, dado que produce sólo lo universal, sin embargo lo universal sólo es un momento del concepto. Al pensamiento que produce determinaciones finitas llama inteligencia, y esta finitud de las determinaciones conceptuales se producen tanto de forma subjetiva y en oposición al objeto y también por su contenido limitado. Al analizar conceptos metafísicos para verificar su veracidad o falsedad, afirma, que dependerá de la contradicción que se encuentre entre el sujeto de la representación y el concepto que de él se predica.
Bibliografía:
G.F.Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, [Trad.Ovejero y Maury,Eduardo],Casa Juan Pablos, México,2002,pp.29-39


Elaboró: María Teresa González Mondragón

Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, Introducción

Esta obra del pensamiento de Hegel parte de la idea de la diferencia de la filosofía con respecto a las otras ciencias en las que su objeto les viene dado a través de la representación inmediata, por lo tanto el método de su investigación debe ser diferente. La filosofía, al tener por objeto la búsqueda de la verdad, tiene en común con la religión algunos otros objetos que la segunda posee, pero el objeto primordial de ambas radica en la verdad en el sentido más puro y elevado que esta palabra signifique.
La filosofía gira en torno al conocimiento de la medida de lo constante y universal para llegar a las individualidades, tomando su contenido de las propias intuiciones y percepciones de lo exterior y lo interior, no sólo de lo presente, también del espíritu y del ánimo del hombre mismo. Así la filosofía puede suponer cierto conocimiento de interés de los objetos que provienen de la conciencia, ya que antes de formarse conceptos se forma la representación de los mismos, que lo llevan al conocimiento y por ende al concepto. La condición pensadora por tanto requiere de la obligación de mostrar la necesidad de su contenido y de probar la esencia de su objeto. Un conocimiento, dice: no puede permitirse el hacer o dejar pasar supuestos y aserciones. La filosofía es definida por este autor, como la consideración reflexiva de los objetos y el modo por el que el pensamiento se eleva al conocer por medio de los conceptos. Lo humano es lo que se realiza por medio del pensamiento. Por tal razón, el pensamiento filosófico es diferente al pensamiento general que posee todo humano, en virtud del contenido de la conciencia como producto del pensamiento y cuyas primeras formas son el sentimiento la intuición y la representación.
G.F. Hegel establece un elemento más, el sentimiento, que puede coexistir con el pensamiento, de este último surgen la religión y la religiosidad al igual que la moralidad y el derecho sólo presentes en el hombre y productos del pensamiento en actividad. Sin embargo, admite que es diferente tener pensamientos y representaciones determinados por el pensamiento, que tener pensamientos sobre éstos, es decir la reflexión o el pensar sobre los modos de la conciencia es lo que llama razonamiento o filosofía.
Así el contenido de nuestra conciencia es el que da a los sentimientos, intuiciones, imágenes, representaciones etc., incluso a los pensamientos y los conceptos un carácter determinante. En cualquiera de sus formas el contenido es objeto de la conciencia y permanece siempre igual a sí mismo. Pero son también representaciones en cuanto que tenemos conciencia de su existencia, porque las representaciones no son suficientes para que haya significación en el pensamiento. Por tanto; no podemos saber, qué representaciones, intuiciones y sentimientos corresponden a los pensamientos y conceptos que poseemos, a menos que se tenga la comprensión de la filosofía y el hábito de pensar de forma abstracta y a través de pensamientos puros.
En la conciencia común dice Hegel, los pensamientos están revestidos y ligados con lo sensible y lo espiritual, no así en la reflexión y el razonamiento en los que se mezclan sentimientos intuiciones y representaciones además de los pensamientos de contenido sensible. El espíritu, como sentimiento e intuición tiene por objeto lo sensible y procura satisfacer al pensamiento, tomándolo como su objeto para llegar hasta lo más profundo de sí mismo, al pensamiento. La forma del contenido de la filosofía debe estar de acuerdo con la realidad y la experiencia que representan, y el mundo exterior e interior de la conciencia, que además prueban la veracidad de tal filosofía, cuyo fin sería: el producir mediante la conciencia de ese mismo acuerdo, la conciliación de la razón consciente de sí misma, con la razón que tiene que ver con la realidad.
La realidad por tanto la constituye el resultado de esa fusión, de allí su proposición, lo que es racional es real y lo que es real es racional, siendo el intelecto el causante de la separación entre la realidad y las ideas. La realidad para Hegel, ya no se concreta a lo que se encuentra dentro de sí mismo, sino también la constituyen los pensamientos de lo que existe, lo que produce leyes y teorías, por consiguiente el pensamiento es para él, el instrumento de la filosofía. Sin embargo existe la razón subjetiva cuya forma es la necesidad y la reflexión que se encarga de satisfacerla, es el pensamiento especulativo y puramente filosófico. La ciencia especulativa reconoce y emplea el contenido empírico de las otras ciencias y los convierte en su contenido propio, para después introducir otras categorías entre las de la ciencia.
Así, la filosofía en su relación con nuestra común conciencia, debería ser capaz de revelar la necesidad de su modo propio de conocimiento, pero con respecto a los objetos de la religión y de la verdad, debería demostrar la capacidad de conocerlos por sí misma. Hegel contradice a aquellos que proponen la idea del saber intuitivo o inmediato, y afirma que para filosofar y juzgar a la filosofía no basta con el conocimiento general, ni con los sentimientos religiosos y tampoco es posible si no se tienen conocimientos, dedicación al trabajo y el estudio. Finalmente explica que, la filosofía debe ser justificada por sí misma como conocimiento filosófico y apunta las razones.


Bibliografía
G.F.Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, [Trad.Ovejero y Maury,Eduardo],Casa Juan Pablos, México,2002.


Elaboró: María Teresa González Mondragón

La religión revelada, en Fenomenología del espíritu

¿Qué es la religión? ¿Una serie de dogmas a seguir?¿El cumplimiento de rituales o actos de la tradición que se llevan a cabo de forma sistemática pero no consciente y que se limitan más a expresiones externas del comportamiento humano, que a actos internos del individuo? Ser religioso ¿significa profesar una religión determinada, o solamente creer en cierto dogma o en Dios? ¿Significa lo mismo creer en… que actuar como…? ¿Qué relación existe entre el actuar moral y la religión? ¿Qué significa Dios en el pensamiento de Hegel?
Tal vez podamos encontrar algunas respuestas en este texto de Hegel. Encontramos que para él la ley moral se fundamenta en la conciencia individual de cada persona sin haber necesidad de intermediación alguna llámese humana o simbólica, en la acción del culto de los ídolos lo que constituye cierto modo de mediación, que no se requiere, sino mas bien la acción personal de transformación interna que se manifiesta en el obrar moral lo que da sentido de realidad y produce el movimiento histórico.
De esta forma la religión revelada establece los argumentos principales de la ley moral como producto de la conciencia individual, sin la presencia de mediación alguna y el culto externo representa la acción transformadora de la realidad social, en la primera parte del texto se distingue claramente la influencia religiosa aun prevaleciente en Hegel. Consiguientemente afirma el autor que, la religión produce en el individuo el obrar ético y moral; formas por las que el espíritu absoluto se concretiza pasando de la forma de la sustancia a la del sujeto, en la que se produce la figura interna y la conciencia de bien y el mal, es decir de la forma moral del comportamiento. En la sustancia, esto es, en la conciencia que el individuo tiene de sí mismo, la sustancia desaparece impidiéndole captarse a sí misma, produciendo en él un cambio que lo lleva a conducirse a partir de la figura absoluta, produciéndose la unificación de ambos. Esencia divina y sí mismo, que se sintetizan en algo real, unidos pero a la vez en conflicto constante ya que lo concreto siempre está pretendiendo lo absoluto y lo absoluto se concreta en el individuo como ser pensante. Por eso afirma Hegel, “El sí mismo es la esencia absoluta”[1] el sí mismo que subsiste por sí mismo sin necesidad de más.
En la religión revelada el problema del en sí como sujeto y no como objeto, se distingue al mismo tiempo la idea circularidad y contradicción, que hace que en éste , la esencia absoluta, la sustancia, devenga en objeto de la conciencia. Pero aclara que esto no en referencia al espíritu religioso solamente, sino que la esencia absoluta es el espíritu real, el espíritu del hombre como ser de razón en el que según Hegel se encuentran dos naturalezas igual de esenciales, por lo que el espíritu es la conciencia de sí y de su sustancia objetiva como autoconciencia.
La religión por tanto pertenece al espíritu ético que se disuelve en el estado de derecho por lo que: “El sí mismo como tal, la persona abstracta, es esencia absoluta” [2] y esta vida ética a la vez está inmersa en la universalidad, del mismo modo que de la singularidad surge también el sí mismo que es depurado y llevado a la universalidad, abstracta del derecho. Desde esta perspectiva el espíritu ético está vacío de contenido y las individualidades se reúnen en una “Universalidad abstracta del pensamiento puro” que le confiere igualmente al sí mismo ya sin contenido, el ser en y para sí. A través de esta reconstrucción del sí mismo que surge de la propia conciencia que permanece dentro de sí y que pertenece a la esencia y a su ser allí le lleva a su propio reconocimiento como persona abstracta, solo poseedora de su propio pensamiento que la ubica en el papel de objeto y no ya de sujeto.
Esta conciencia del pensamiento despojado de su contenido y llevada a la independencia, lleva al pensamiento a un estado de constante movimiento, y de esta misma autoconciencia conocedora de la validez de la persona abstracta desde el puro pensamiento, a la que conoce porque está consciente de su pérdida de sí y de su saber de sí, se constituye lo que Hegel llama la conciencia desventurada, que es el reverso de la conciencia del sí mismo dentro de sí. Es tener la conciencia del sí mismo como persona moral, religiosa y pensante. Y al mismo tiempo la conciencia de la negación del sí mismo y de la pérdida del contenido de lo esencial y lo divino, quedando solo la conciencia del propio pensamiento, alejado de la esencia divina, de la certeza de sí mismo. Como resultado de esta condición de la conciencia del hombre, de la pérdida de la esencialidad en esta certeza de sí y del saber de sí a través del conocimiento de lo absoluto que ha perdido su valor, y si lo tiene no es en la individualidad del vacío profundo que todo esto significa, surge la desconsoladora frase de Hegel que afirma “Dios ha muerto” [3] Sin embargo esa conciencia puede de lo absoluto que el hombre se construye ser asimismo la que disuelva la conciencia desventurada, el conocimiento que da sentido a la pérdida.
Con Hegel podemos constatar que la sociedad de su tiempo se encontraba ya inmersa bajo esa vorágine arrasadora de la modernidad, en la que tanto la fe como la religión hasta antes de época consideradas como ejes rectores de la sociedad y por tanto del comportamiento humano han perdido su valor y eficacia tanto como su esencia, aunque nos preguntaríamos ¿Realmente habían existido? De tal forma que ya no satisfacían el intelecto humano, así la esencia se separa de la conciencia, pero a la vez la conciencia es separada de la esencia de modo tal que, tanto la una como la otra se han perdido, dando lugar a la creación del para sí a partir del en sí.
En este reconstruirse dioses y hombres se han disuelto o más bien se han fusionado dando lugar al sí mismo. Para Hegel las obras morales y en general el obrar humano no constituyen una realidad ética, no son dones divinos, ni tienen un soporte religioso externo, tampoco son dadas a los hombres como obra acabada. Al contrario la vida ética es producto de la acción interiorizada en la que la religión ya no es suficiente, pues la sustituye. Sin embargo y a pesar de que el obrar exterior es reflejo del interior del ser, también parte de la existencia exterior.
Hegel coloca aquellos elementos culturales tales como el lenguaje, lo histórico, el arte, como existentes por sí mismos, como meras representaciones y no como realidad. Con él surge también la conciencia histórica, que coloca en un plano superior a la vida ética y que forma parte de la condición del espíritu de la cual se ha alejado la sustancia absoluta. “Todas las condiciones de su nacimiento se dan, y esta totalidad de sus condiciones constituyen el devenir, el concepto o el hacer que es en sí del concepto mismo” [4] Esta conciencia histórica sirve de paliativo para reducir lo trágico de la conciencia desventurada en la que las representaciones de la sustancia se reúnen para conformar una unidad como espíritu autoconsciente.
De la certeza del sí mismo en y para sí, nace de la conciencia de lo particular de la sustancia y de la conciencia de necesidad de no independencia del individuo, que lleva al concepto absoluto de Dios. Dios como espíritu absoluto separado del mundo de lo sensible, idea pura y por tanto ajena a la religión, Dios como espíritu para sí, la autoconciencia es el concepto puro. Así Dios deviene en objeto de la conciencia individual que se concreta en el individuo y éste siempre está en constante búsqueda de lo absoluto, lo que produce el movimiento y la constante contradicción con su opuesto. El mundo y su devenir que en su relación con lo absoluto se concreta en el hombre y Dios ser allí, que no sale fuera de sí mismo, como unidad inmediata con la autoconciencia universal y como unidad mediata en la forma de culto. El ser allí elevado a la representación se universaliza y se convierte en pura certeza de él mismo, la razón pura llevada al concepto puro que deviene en la autoconciencia y esa misma elevada al nivel de sustancia pura.
El contenido de tal religión de acuerdo a Hegel queda resumido así “la sustancia se enajena de sí misma y se convierte en autoconciencia”[5] y a la inversa “la autoconciencia se enajena de sí y se convierte en coseidad o en sí mismo universal” [6] se puede notar por tanto que el devenir de la autoconciencia se produce de la unificación de estas contradicciones.
En el pensamiento de Hegel los atributos que pueden darse al ser allí, a Dios como espíritu absoluto, son construidos por el sujeto siendo éste quien le otorga el significado y la validez de realidad. Sin embargo esta realidad está determinada por la conciencia inmediata y la razón, por lo que existen varias realidades que sólo la razón unifica. Además todo se da términos de necesidad e inmediatez, por lo que: el sujeto define el concepto de lo que es en la inmediatez de su conciencia por lo que no es en sí, de esta manera se reconoce a sí mismo como espíritu y llega necesariamente al espíritu absoluto, el que le es dado en la autoconciencia en sí, la que esta fuera de lo sensible, y que deviene en la conciencia del yo, de saber de sí.
Por consiguiente, si el espíritu absoluto es el en sí de la autoconciencia a la que se le ha dado la conciencia, se puede entender porque para Hegel el hombre real constituye la certeza inmediata, la razón divinizada y es elevado a la categoría del ser allí, por lo que afirma :
“La conciencia, entonces, no sale de su interior partiendo del pensamiento y no enlaza en si el pensamiento de Dios con el ser allí, sino que parte del ser allí presente inmediato y reconoce en él a Dios ” [7]
El individuo inmerso en la esencia de lo absoluto de la autoconciencia y la conciencia del devenir deja de ser autoconciencia individual, realidad de sí mismo para convertirse en autoconciencia universal, por lo que se resume el concepto del hombre de Hegel como ser subjetivo, pensante, autoconsciente de su conciencia y de su propio devenir histórico en tanto ser universal.
En suma el contenido simple de la religión absoluta es la figura de la autoconciencia en la que deviene la esencia, y la conciencia sobre sí como espíritu, que la llevan a querer ser igual a la esencia primera. Hegel agrega como elemento importante de su pensamiento la idea del otro en la conciencia, el otro como objeto distinto del sí mismo pero a la vez como un sí mismo. Así el espíritu religioso deviene como sí mismo simple positivo de la conciencia, mientras que el espíritu real, el de la conciencia desventurada constituye la certeza inmediata deviene en lo negativo simple autoconsciente. En la religión absoluta del pensamiento hegeliano el ser como concepto deviene en objeto del puro pensamiento, de la esencia absoluta para llegar a la esencia suprema, al concepto puro o abstracción absoluta de lo que es el ser en lo inmediato, tanto lo más alto como lo más bajo del saber especulativo.

Bibliografia
G.W.F.Hegel, La religión revelada en, Historia de Jesús, [Trad. González Noriega Santiago], taurus,México,1987,p. 99-125


Elaboró: María Teresa González Mondragón

Lectura: Introducción en la Fenomenología del Espíritu

La filosofía emplea un modo de proceder diferente y no como las ciencias que tienen un contenido diferente o tienen otro fin, y si empleara el mismo proceder de las otras ciencias no serviría para captar la verdad, es así como se encuentra en una situación desigual.
El comienzo de la formación y del remontarse desde la inmediatez de la vida sustancial tiene que proceder siempre mediante la adquisición de conocimientos de principios y puntos de vista universales, en elevarse trabajosamente hasta el pensamiento de la cosa en general, apoyándola o refutándola por medio de los fundamentos, aprehendiendo la rica y concreta plenitud con arreglo a sus determinabilidades, sabiendo bien a qué atenerse y formándose un juicio serio acerca de ella.
La verdad se presenta existiendo, es así como la verdad no puede ser sino el sistema científico, esta necesidad de que el saber sea ciencia radica en su naturaleza, y la explicación cómoda sólo puede ser a través de la exposición filosófica y demostrar que ha llegado la hora de que la filosofía se eleve al plano de la ciencia, el poner la verdad figura de la verdad en esta cientificidad lo que vale tanto como afirmar que la verdad sólo tiene en el concepto el elemento de su existencia, si lo verdadero sólo existe en aquello o, mejor dicho, como aquello que se llama unas veces intuición y otras veces saber inmediato de lo absoluto, religión, el ser, no en el centro del amor divino, sino el ser mismo de él. La sustancia no debe buscarse en el concepto, sino en el éxtasis, si no en el entusiasmo. Pero la filosofía debe guardarse de pretender ser edificante.
La ciencia que, hallándose en sus comienzos, no ha llegado todavía a la plenitud del detalle ni a la perfección de la forma, se expone a verse censurado por ello, todo depende de que lo verdadero no se aprehenda y se exprese como sustancia, sino también y en la misma medida como sujeto, es por eso que desconocer la razón el excluir la reflexión de lo verdadero, en vez de concebirla como un momento positivo de lo absoluto.
El resultado es lo mismo que el comienzo simplemente porque el comienzo es fin; o en otras palabras, lo real es lo mismo que su concepto simplemente porque lo inmediato, en cuanto fin, lleva en sí el sí mismo o la realidad pura.
El puro conocerse a sí mismo en el absoluto ser otro, supone que la conciencia se halle en este elemento, en lo absoluto .
La ciencia, por su parte, exige de la autoconciencia que se remonte, para que pueda vivir y viva en ella y con ella, su derecho se basa en sua absoluta independencia, en la independencia que sabe que posee en cada una de las figuras de su saber, pues en cada una de ellas, sea reconocida o no por la ciencia y cualquiera que sea su contenido sea, el individuo es la forma absoluta, es decir la certeza inmediata de si mismo; y si se prefiere esta expresión, es de este modo ser incondicionado.
El que la conciencia natural se confíe de un modo inmediato a la ciencia es un nuevo intento que hace, impulsada no se sabe por qué, de andar de cabeza; la coacción que sobre ella se ejerce para que adopte esta posición anormal y se mueva en ella es una violencia que se le requiere imponer y que parece sin base como innecesaria. El individuo singular, en cambio, es el espíritu inacabado, una figura concreta, en cuyo total ser allí domina una determinabilidad, mostrándose en cuyo total ser allí domina una determinabilidad, mostrándose las otras solamente en rasgos borrosos
.Bibliografía: Fenomenología del Espíritu, trad. Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica
ELABORO: Beatriz Alvear Díaz

La Historia de Jesús. La Religión Revelada

La Historia de Jesús. La Religión Revelada


Hegel argumenta que a través de las contradicciones el ser devenga pero al mismo tiempo que se dan dichas contradicciones se avanza para alcanzar lo que él llama: Espíritu absoluto.

Hegel nos habla de “el sí mismo, que es la escencia absoluta”, “el movimiento y la inversión de dicha proposición”[1]. El sí mismo viene de lo particular y de lo absoluto, es decir, que cuando pensamos en lo absoluto o divino, necesariamente lo hacemos a través de lo particular, en ese sentido el espíritu se conflictua, ya que Dios se reconoce así mismo a través de nosotros,
Hegel nos muestra cómo en un enunciado donde hay sujeto y predicado, éste último es igual a la sustancia separado del sujeto, “El sí mismo es la esencia absoluta”[2]

Para abordar la vida ética, según Hegel, tiene que ser desde lo general, abstracto o universal, pues desde ahí, desde lo abstracto derrama su singularidad y a la vez ésta “Se eleva desde este contenido y su ligereza la depura en la persona” [3]”En la vida ética el sí mismo se ha hundido en el espíritu de su pueblo, es la universalidad plena” .

Al mismo tiempo su pueblo avanza a través de las fisuras que la historia va registrando, el “espíritu” camina hacia lo absoluto, es decir, que en tanto el pueblo se deviene el espíritu avanza, contradicción misma, que nace desde lo divino (abstracto), y lo terrenal (concreto)


Cuando Hegel dice que “la conciencia sólo dentro de sí es la esencia”, está imposibilitando a la representación del objeto en el sujeto dado que la esencia necesariamente, será a priori, sin embargo para saberse como objeto, necesita el reconocimiento jurídico y al darse éste se da un traslado a la conciencia en donde encontrara su verdad.

Por otro lado si bien es cierto que la religión ofrece la verdad a través de Dios (lo absoluto, divino, perfecto), para conocer dicha verdad, lo absoluto tendrá que concretarse o individualizarse a través de Jesús hijo, quien por medio del espíritu santo se encarna convirtiéndose en igual al ser humano, imperfecto, consumándose así la “trinidad”

Ahora bien, Hegel nos dice en estas dos proposiciones lo siguiente:

a). Cuando la sustancia impide al sujeto incluir al “para si”, convirtiéndose en autoconciencia, “la sustancia se enajena de sí misma y se convierte en autoconciencia”.[4] Y,
b).Cuando la autoconciencia permite al sujeto representar al objeto “cuando la autoconciencia se enajena y se convierte en coseidad o en sí mismo universal” son inversamente proporcionales pero al mismo tiempo necesitadas una de la otra dado que en ellas, al darse su acercamiento o su devenir, se encuentra el espíritu.

“….tiene una madre real, pero un padre que es es sí como la sustancia son sus dos momentos o la autoconciencia mediante cuya mutua enajenación convirtiendose cada una de ellos en el otro, el espíritu cobra se alli como su unidad”[5]


Como hemos visto la autoconciencia impide la representación del otro, es decir la autoconciencia únicamente es “en sí” y “no para si” por lo que según Hegel no existe devenir de tal modo que el “espíritu es atributo al ser alli por la imaginación”[6] y esta estada representa en la vida misma, por la
naturaleza y la historia. En cuanto al terreno religioso, utilizan estas manifestaciones de la imaginación, para demostrar su verdad, sin embargo dice Hegel, que esta significación, “no logra ninguna fe ni veneración”

Por qué Hegel nombra a la religión, religión revelada?. La Religión oferta lo absoluto, lo abstracto, sin embargo para poder entender o vivir lo que esta religión ofrece, necesariamente tendrá que ser entre iguales, entre seres humanos, por lo que lo abstracto se convierte en concreto encarnando así a la esencia divina y justo es ahí donde ésta (la esencia divida), es revelada.
“…En ella la esencia deviene sabida como espíritu o es su conciencia sobre sí de ser espíritu…Por ello en esta religión es revelada la esencia divina”[7]


La conciencia se puede manifestar en dos casos, como esencia absoluta, es decir como un sí, mismo, o bien, cuando se le concede un otro a ésta, un secreto, como diría Hegel, es decir, representando a la conciencia un objeto y siendo éste mismo el secreto, cuyo objeto será para sí. “Este ser secreto termina cuando la esencia absoluta es, como espíritu, objeto de la conciencia”[8]


No es posible llamársele espíritu absoluto en la pura esencia abstracta, dado que tiene acompañarse de su contradicción, es decir éste desciende para darse a sí mismo la forma.

Si bien es cierto que la religión busca la verdad, esta tendrá que ser a partir de su propia contradicción, es decir si su postulación máxima es Dios, siendo éste perfecto, omnipotente, a quién entonces les ofrecerá dicha búsqueda?, sino a otros inferiores a él, y para que esto se dé, tendrá que darles el libre albedrío como algo necesario para ofrecer entonces su doctrina.
“El hombre es representado como algo acaecido, como algo no necesario, como si hubiese perdido la forma de la igualdad consigo mismo al probar la fruta del árbol del conocimiento del bien y el mal, siendo arrojado fuera de la conciencia inocente de la naturaleza que se le entregaba sin trabajo del paraíso, del jardín de los animales”[9]


Hegel habla de los llamados “momentos universales” los cuales son todos aquellos incluidos en el predicado,”el bondadoso, el justo, el santo, el creador del cielo y de la tierra” y que además tienen relación directa con aquellos acontecimientos históricos los cuales son necesarios dado que encuentran “su retorno de la conciencia al seno del pensamiento” estos momentos pueden ser sabidos pero no necesariamente revelados, ya que para los primeros en todo caso son revelados así mismos y en los segundos, este sí mismo permite para el que es allí.

“Cuando esos momentos son sabidos, su fundamento y su esencia, el sujeto mismo no es aún revelado y lo mismo ocurre con las determinaciones de lo universal…este puro universal es revelado como sí mismo, pues este sí mismo es precisamente este interior, reflejado en sí que es alli….y que es la propia certeza de aquél sí mismo para el que es alli”[10]



Podemos concluir que Dios requiere de movimiento, es decir éste se reconoce a si mismo a través de nosotros y es ahí donde deviene con sus contradicciones, “El ser se devenga por su contradicción”.

El espíritu en busca de la verdad, necesita de las fisuras de los acontecimientos históricos para avanzar, entonces ¿Acaso será una utopía, alcanzar el espíritu absoluto dado que para llegar a éste es necesario el devenir de los acontecimientos históricos?

La contradicción es necesaria, no se soslaya a la contradicción, al contrario se le busca.

Elaboró: Ana Cristina Hernández Morales.


[1] Hegel, G.WF “La Religión Revelada en Historia de Jesús”, Madrid, Taurus, 1987 P..100
[2] Ibid. pag 100
[3] Ibidem
[4] Ibid. pag,103
[5] Ibidem
[6] Ibid, pag. 104
[7] Ibid Pag 105, 106
[8] Ibidem
[9] Ibid, pag. 114, 115
[10] Ibid pag. 106

miércoles, 9 de diciembre de 2009

LECTURA: SOBRE LA CIENCIA DE LA LÓGICA EN LA ENCICLOPEDIA DE LAS CIENCIAS

La lógica es la ciencia de la idea pura; esto es, la idea en el elemento abstracto del pensamiento. La lógica es la ciencia más difícil porque no opera con representaciones sensibles abstractas, sino con abstracciones puras, y requiere la fuerza y el hábito de retirarse al puro pensamiento, cerrarle y moverse dentro de él. La utilidad de la lógica se refiere a su relación con el sujeto, puesto que contribuye a la educación de la inteligencia, cualquiera que sea el fin que se proponga, y contribuye ejercitándola en el conocimiento de las leyes del pensamiento, pues es el pensamiento del pensamiento o la ciencia del pensamiento puro.
El pensamiento como actividad es, por tanto, lo universal activo y propiamente aquello que se hace a sí mismo, ya que el hecho, el producto, es justamente lo universal. La diferencia entre lo sensible y el pensamiento, consiste en que la esencia de lo primero es la individualidad, y como el individuo tomado ahora aisladamente y, por decirlo así, en estado de átomo se encuentra en determinadas conexiones con los demás objetos, lo sensible será una exterioridad reciproca.
Lo que constituye la verdad en los objetos y en los acontecimientos, lo que constituye su interioridad, lo esencial, lo que importa conocer, no se da inmediatamente en la conciencia, no es aquello que se nos ofrece a primera vista y desde el primer momento, sino que es preciso reflexionar para llegar a su verdadera naturaleza, y que ésta sólo se consigue con la reflexión.
Lo que constituye la verdad en los objetos y en los acontecimientos su interioridad, lo esencial, lo que importa conocer no se da inmediatamente en la conciencia, no es aquello que se nos ofrece a la primera vista y desde el primer momento, sino que es preciso reflexionar para llegar a su verdadera naturaleza, y que ésta sólo se consigue con la reflexión.
La verdadera naturaleza de las cosas se manifiesta por la reflexión, y el pensamiento reflexivo es mi propia actividad, las cosas pueden ser consideradas desde este punto de vista, como el producto de mi espíritu.
En el pensamiento es donde reside la libertad, porque es la actividad de lo universal y constituye una relación simple consigo misma. La reflexión
El pensamiento es concreto y es idea, la reflexión nos conduce al pensamiento a lo que hay de universal en los seres.
Hume pone, como fundamento de la verdad, la verdad de lo empírico, del sentimiento y de la intuición; y partiendo de esta verdad, combate los principios y las leyes generales por la razón de que no se justifican mediante la percepción sensible. Se parte del ser, y de él pasamos a lo abstracto del pensamiento, o por el contrario, pasamos de lo abstracto al ser.


.Bibliografía: Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, trad. Ramón Vall, Alianza, Madrid
ELABORO: Beatriz Alvear Díaz

Lectura: sobre la Introducción a la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas de Hegel

La lectura dice sobre la Filosofía y la Religión, que mantienen objetos en común como la verdad o la del ser absoluto (Dios), la diferencia es que la filosofía debate con las ciencias y en la religión es cuestión de fe y ante eso no hay absolutamente nada que debatir, pero en Kant lo denomina cosa en sí, abstracción que todo ser humano ha pensado.
Los pensamientos, producidos por la reflexión sobre aquellos modos de la conciencia, se constituye a lo que se le llama reflexión, razonamiento y también filosofía, las pruebas metafísicas de la existencia de Dios se inventaron con el fin de hacer surgir, y como si sólo y esencialmente por medio de ellas pudiese surgir la fe y la convicción de la existencia de Dios.
La conciencia da el carácter determina a los sentimientos, intuiciones, imágenes, representaciones, fines, deberes y a los pensamientos y conceptos, Sentimientos, intuición, imagen, por otro lado una cosa es tener pensamientos y conceptos y otra saber qué sean las representaciones, intuiciones y sentimientos que corresponden a ellas, pero también tomar los pensamientos así, sin mezcla alguna, la reflexión, produce, por lo menos, este efecto: transforma los sentimientos, las representaciones, en pensamientos.
La separación de la realidad y de la idea es especialmente favorita del intelecto que toma los ensueños de sus abstracciones, en el pensamiento se dan las experiencias a través de los sentimientos; La tarea de la filosofía puede ser determinada del siguiente modo: El espíritu como sentimiento e intuición, por objeto lo sensible, como fantasía, las imágenes, y como voluntad los fines, y el

problema seria que no se conoce los conceptos que corresponden a cada representación, esto pasa en el pensamiento abstracto, la filosofía debe su origen primero a la experiencia, pero, en realidad, el pensamiento es esencialmente la negación de un existente inmediato..
La religión por muy desarrollada, o por muy generosa que sea, ya se haya elevado a conciencia científica o permanezca confinada en la simple fe o en el corazón, posee siempre la misma intensa naturaleza de satisfacer o beatificar.
Al comienzo de la filosofía, parece que ella también, como las ciencias particulares, deba empezar por un supuesto subjetivo; esto es, por un objeto particular que en las otras ciencias es el tiempo o el espacio y que en ella es el pensamiento.

.Bibliografía: Hegel, G.F. Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, México, Casa Juan Pablos, 2002
Elaboró: Beatriz Alvear Díaz

domingo, 6 de diciembre de 2009

Reporte de lectura sobre el Prológo y la Introducción a la Fenomenología del Espíritu

La filosofía desde el inicio de los tiempos ha sido designada como un saber problemático de donde se tiene suficiente tela de donde cortar, para que se pueda tener la validez del conocimiento. Por tales características, en la época antigua se le llamaba la Madre de todas las ciencias, pues dentro de ella estaban insertas la psicología y la física. La filosofía fue perdiendo terreno a raíz de que los distintos saberes se separaron de ella para tener su propio campo de estudio; lo que ocasionó la proliferación de las ciencias como: la química, la psicología. Sin embargo, a pesar de que ocurrió esto en los siglos pasados, todavía subsisten varios embrollos de los que no se escapa: La pluralidad de corrientes filosóficas con ver al saber armónicamente; pues nos llevan a las diferentes contradicciones, donde las tesis defendidas por un filósofo, más tarde son refutadas por otro.
¿Cuál es la alternativa que tenemos para poder analizar el saber, basándonos en las disquisiciones filosóficas? Debemos aceptar que dentro de los diferentes cambios, subsiste la contradicción[1], y que no podemos desprendernos de ella, aunque lo intentemos hacer. El alcanzar el saber que nos dé la certeza de tanto los sensible –lo que ocurre en el mundo material- como de lo que ocurre en el plano de lo no sensible –Dios– debe fundamentarse en el espíritu que tiene relación con la abstracción, con la apelación a lo absoluto. Es el desenvolvimiento del espíritu el que nos permite dar cuenta de los cambios que operan desde el ámbito religioso hasta el político, para que seamos conscientes de las transformaciones que se dan a todos niveles. “El espíritu no permanece nunca quieto, sino que se halla en movimiento incesantemente progresivo.[2]
¿Lo que nos quiere decir que debemos comprender y entender las cosas de manera sistemática puntual y articulada? Sí. A pesar de que en antaño, sólo lo científico, correspondiera al campo de la experiencia –los experimentos realizados por Newton, al enunciar la ley de la gravedad- que es verificable y contrastable. En este sentido el espíritu, viene a ser aquello que salva del olvido las cuestiones abstractas que no tienen correlato con lo empírico. Se tiene que realizar un mayor esfuerzo, y tener entusiasmo para poder tener éxito en tal empresa.
Para que ello sea posible, el individuo tiene que realizar un gran esfuerzo por conocer, por tener al alcance de sí el saber de manera completa y no parcial. La naturaleza del ser humano es inacabada[3], por lo que constantemente puede descubrir e innovar diferentes cosas en beneficio de la humanidad, pero para ello se exige que haya un sacrificio, y la disposición hacia el progreso. Ello es posible, si el sujeto se conduce con el saber filosófico, para poder ver los pros y contras de cuestiones como el aborto y la dignidad de la persona. “Si es cierto que el embrión es en sí un ser humano, no lo es, sin embargo, para sí; para sí el ser humano sólo lo es en cuanto razón cultivada que se ha hecho a sí misma lo que es en sí.[4]” El individuo no se tiene que conformar con las opiniones vertidas que se encierran alrededor de él, y que son la causa principal de que a la filosofía se le vea de manera rara; como un saber que no aporta grandes ideas y que no sirve para nada. La opinión del vulgo descansa en que a casi cualquier cosa se le puede catalogar de filosófica[5] –en nuestros tiempos varios comentaristas de deportes se atreven a decir que existe una filosofía del fútbol.
Nuevamente es el espíritu el que nos salva y nos lleva al fundamentación, a la mirada crítica de la realidad. En tanto, debemos comprender que la mayor fuente de certeza y confiabilidad, la encontramos en el saber filosófico, en contraste con lo que ocurre con saberes de la talla de las matemáticas[6] y la historia. Descartes, cuando creyó encontrar las ideas claras y distintas por medio del complejo mundo de las matemáticas; al final de cuentas resultó ser algo problemático, que en realidad no nos daba los elementos para poder encontrar la verdad. Él mismo Descartes, quizá tardíamente se dio cuenta de ello, al postular que el único que nos puede dar la garantía de la certeza es Dios. Para poder encontrar las cosas en sí mismas o saber en realidad que es un triángulo, tenemos que recurrir al saber filosófico, donde se habla críticamente de las causas, de la universalidad. Del mismo modo ocurre con la Historia, que no ve más que en los acontecimientos hechos contingentes –las diferentes épocas de la historia– que requieren múltiples revisiones para que tengamos una versión digna de ser contada.
Dentro de la fenomenología del espíritu se pretende hablar del proceso que nos lleva a entender todas las cuestiones que se tejen dentro de la realidad, lo abstracto lo que tiene correlación con la razón, es lo que lo hace posible, pues la dialéctica se convierte en el proceso de la lucha de contrarios. “Este movimiento dialéctico que la conciencia lleva a cabo en su objeto en cuanto brota ante ella el nuevo objeto verdadero, es propiamente lo que se llamara experiencia[7]”. Hay un reconocimiento entre el sujeto y el objeto, pues ambos perviven y no pueden estar separados. Además otra de las cuestiones que se pretende tratar con la fenomenología es del acercamiento que puede tener el sujeto al saber de manera científica y bien fundamentada. Muchas veces, se piensa que las cuestiones que a primera vista parecen insignificantes no deben someterse a una revisión, a un examen cuidadoso que nos permita analizar y clarificar cada uno de los puntos que se encuentran en ellas. Se debe ver en la racionalidad, como uno de los grados más importantes de la realidad, en donde hay que someter críticamente a las cuestiones del mundo, si uno se quiere empeñar en tener una mirada más crítica.










Bibliografía:
Hegel, G. W.F “Prólogo, Introducción” en Fenomenología Del Espíritu, México, Fondo de Cultura Económica, 2004.


Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez

Reporte de Lectura sobre la obra de Hegel: La historia de Jesús

El hablar de los asuntos concernientes a las religiones tiene relación con lo que se vive actualmente, pues a través de los años se han ido gestando diferentes creencias que dan cuenta de la divinidad. A pesar de que los avances científicos y tecnológicos nos han dado una mayor comprensión de los sucesos, de hacer cada vez más inteligible lo que ocurre a nivel global, hay una gran variedad de cultos que van desde el Cristianismo hasta el Budismo. La religión es uno de los quehaceres inherentes al ser humano, por ser finito y mortal. En los últimos tiempos han surgido un mayor número de sectas, de iglesias que pretenden tener tras de sí la verdad sobre la divinidad.
Dentro de este contexto vale la pena que nos preguntemos: ¿Habrá algunas religiones mejores que otras? ¿Cuál es la mejor forma de acercarse a la divinidad? El cristianismo con sus diferentes vertientes, es una religión que se ha extendido alrededor del mundo ganando millones de adeptos. Y en ésta, la figura de Jesús es fundamental para entender la doctrina cristiana. La religión que más le interesa a Hegel es el cristianismo, ¿por qué? Él pretende darnos una visión moralizante y racional de la vida de Jesús, como el hombre que dejó grandes enseñanzas morales a la humanidad. Hay que partir de las revelaciones y de los testimonios que se encuentran de él en la Biblia. Si se quieren sacar realmente argumentos que tenga un valor edificante para el espíritu, es necesario prescindir de los mitos que hay en torno a la figura de Jesucristo[1], pues se le debe recordar como una persona excepcional que cambió para siempre los paradigmas de la ayuda y el amor al prójimo. Hegel, es uno de los defensores de los hombres que realmente han revolucionado a la humanidad en el plano de lo moral, para él es fundamental hablar de los retratos morales de Sócrates y de Jesús, como los defensores de la interioridad del ser humano, y que desgraciadamente ambos fueron condenado injustamente por las leyes y por el pueblo. “De esta manera se oponían siempre a Jesús los prejuicios de los judíos, quienes lejos de buscar un maestro que tratase de perfeccionar sus costumbres y librarlos de sus prejuicios contrapuestos a la moralidad, querían, por el contrario, un mesías que les liberase de la dependencia de los romanos y no encontraban en Jesús a un tal mesías[2]”.
Hay que hacer a un lado la exterioridad, que tiene relación con las apariencias del mundo material en donde lo superficial le hace daño al hombre. Como afirma Hegel respecto a Jesucristo: “Sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera están pintados y en cuyo interior mora la putrefacción; os revestís de una apariencia exterior de santidad, pero por dentro no tenéis más que hipocresía e injusticia.[3]” Seguramente más de una vez, hemos escuchado la metáfora de la luz, donde se encuentra la claridad y la distinción, permite que el hombre se pueda guiar por la sabiduría y por el buen camino. Para poder tener ese rayito de luz, es necesario que se preste atención a la escucha de relatos morales, que en este caso vienen siendo las parábolas. Debemos recordar que Jesús para impartir sus enseñanzas, lo hacía mediante éstas. ¿Por qué? Una parábola es un relato que se cuenta, en donde los hombres son los protagonistas, a diferencia de los mitos, en los que se habla de hombres y Dioses, o de las fábulas que sólo habla de animales. Por lo que para poder buscar el reino de Dios, no se necesitan muchas cosas: lo único es ser sencillo de corazón y practicar las enseñanzas de Jesús.
¿Entonces, para obtener el camino de la salvación, no es necesario pertenecer a un determinado credo religioso, con todas las implicaciones que tiene? No. A pesar de que los discursos contemporáneos de las religiones hegemónicas una y otra vez nos estén martillando: “Si no perteneces a un determinado credo, automáticamente te condenas y no obtienes la salvación”. Son argumentos que infunden temor, lo que ha hecho de las religiones un negocio progresivo y en aumento. Entonces, Hegel cree que la fraternidad se puede dar en los seres humanos independientemente de sus rasgos étnicos, religiosos y culturales, lo más importante es que se pueda hablar de un humanismo en donde confluyan los valores relacionados con la interioridad del ser humano. A lo largo de la historia se han gestado luchas en nombre de la religión que no han dejado más que la herida abierta –sangre inocente ha sido derramada- ,lo que ha ocasionado que haya una intolerancia religiosa, que en nuestros días pervive en gran medida. Lo mejor, es hablar de la práctica de los principios, de tener en cuenta a la ética, y que mejor manera de hacerlo, que recordando el legado de Jesús, como uno de los maestros morales y espirituales de todos los tiempos. Como afirma Hegel: “Así como el hombre divino singular tiene un padre que es en sí y solamente una real; así también el hombre divino universal, la comunidad, tiene por padre su propio obrar y su saber y por madre el amor eterno que se limita a sentir, pero que no intuye en su conciencia como objeto inmediato real.[4]

















Bibliografía:

Hegel, G. W.F, Historia de Jesús, Madrid, Taurus, 1987.

Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez






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Reporte de Lectura sobre la Lógica en la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, a partir de la página 29 a la 75

Reporte de Lectura sobre la Lógica en Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, 2 Parte. A partir de la página 29 a la 75 del libro de Hegel.


La lógica se ha convertido en una de las disciplinas más importantes dentro de la filosofía en los últimos años. Ésta ha tenido una evolución a lo largo del tiempo, desde Aristóteles hasta nuestros tiempos. Él es el Padre de la lógica, que armó una completa revolución dentro del campo filosófico. A lo que nos llevaría a preguntarnos: ¿Cuál era la concepción que el tenía sobre la lógica? o ¿Cuál era la concepción de la lógica en los Griegos en aquellos tiempos? La lógica o clásica, difiere de la que conocemos actualmente, pues para ellos, las representaciones sensoriales, forzosamente tenían que tener correlato con las abstracciones en el pensamiento, es decir, había una creencia en que el mundo se nos representaba tal como era. Si un griego veía una hoja de color verde, pensaba que ésta así era, y no se le ocurría pensar que el color verde, era producto de ciertas relaciones, asociaciones dentro de su mente. Sin embargo, es una lógica que tiene que ver en parte con lo particular y que está ligada a la experiencia en gran medida.

Sin embargo, la concepción de la lógica no siempre ha sido la misma, ya que ha cambiado progresivamente a través del tiempo, con lo que no es lo mismo hablar de la lógica Aristotélica, que de la lógica Hegeliana. En un sentido coloquial, diríamos que la lógica es la ciencia que ayuda a que el pensamiento se ordene, al apelarse a los argumentos, a las disquisiciones que tienen presentes los razonamientos, los silogismos, que nos llevan a una comprensión más clara de los acontecimientos, lo que la caracteriza que sea una ciencia difícil[1], que requiere tiempo y dedicación; pues ayuda al mejoramiento y la perfección de la inteligencia. Es dentro de tal designación que Hegel la coloca, en uno de los grados más altos del conocimiento, que tiene presentes las abstracciones, los conceptos, que ya no deben de formar parte de las experiencias sensoriales, pues se parte de que el mundo no es tal como se nos presenta, por lo que hay que indagar profundamente para poder tener conocimiento de él. La generalidad es la que debe de contar, haciendo caso omiso de las representaciones particulares, o las que son producto de nuestros sentidos, para poder encontrarnos con los conceptos, con los pensamientos que son producto de una reflexión filosófica.

Entonces, se abren 2 vías: La primera, tiene que ver con las representaciones, o sea con la experiencia y lo particular; la segunda tiene relación con la generalidad[2], con la elaboración de conceptos, en una palabra, con los pensamientos. Por un lado todos los seres humanos tenemos una diversidad de sensaciones; mientras que una persona puede sentir calor, otra puede sentir frío. Sin duda, las anteriores son representaciones desde el ángulo personal, o atomístico. Por otro lado, éstas también pueden estar relacionadas con nociones universales, lo que lleva a que haya ciertas concepciones dentro del derecho, la moral, subsistan a través del tiempo: El bien, la justicia, la bondad, son intemporales, porque en todas las épocas han hablado de tales conceptos. Sin embargo, las ideas de la moralidad por sí mismas, se convierten en entidades aisladas, que no nos dicen mucho, ni nos dan los elementos necesarios para poder reflexionar. ¿Qué es lo que se necesita para que podamos articular las representaciones, y que puedan ser transformadas en pensamientos? Se tiene que proceder a una reflexión filosófica, lo que hace que veamos en la generalidad la oportunidad para preguntarnos por las causas, por todas las implicaciones que puede tener una simple representación sensorial. Las distintas fragancias[3] que utilizan las personas, pueden dar la pauta para analizar un aroma en específico. Así, se obtiene que dentro del yo, de cada representación particular, nos encontremos con la generalidad del yo, que habla de la comunidad, de la pura abstracción. A su vez, nos encontramos que el análisis de la justicia, del bien, de manera fundamentada y conjunta; nos permite dar cuenta del mejor régimen político existente; y también al analizar la justicia, nos damos cuenta del grado de corrupción que impera en los países. Es por eso, que la actividad filosófica está íntimamente relacionada con los pensamientos.

En el pensamiento, donde nos podemos encontrar con la libertad[4], que nos da la posibilidad de encontrar la objetividad. En este contexto, nos encontramos con la lógica, que se asemeja a la metafísica[5], en que es una actividad estrictamente del pensamiento. El desarrollo de la lógica, como una actividad que tiene que ver con lo puramente racional, donde aparecen las contradicciones (el movimiento- reposo) Hegel la examina en la fenomenología del espíritu, que parte de un análisis dialéctico de la realidad (tesis-antítesis síntesis).

Kant, el filósofo Alemán que fue el antecesor de Hegel, le puso límites a la razón, al poder en entredicho que no podemos conocer la cosas en sí, como Dios, el alma y la inmortalidad. Una de sus obras es la crítica de la razón pura, en donde dice expresamente que no podemos ocuparnos en dedicar nuestra vida al conocimiento de Dios. En esa misma obra habla de una metodología que nos permite fundamentar el conocimiento existente dentro del mundo material, para poder tener mejores criterios para calificarlo. En la crítica de la razón práctica[6], se encarga de examinar lo particular, respecto a cuáles son las acciones correctas que hay que seguir. “La principal eficacia que ha tenido la filosofía Kantiana ha sido la de haber despertado la conciencia de esta absoluta interioridad, la cual, si bien con motivo de su carácter abstracto no puede desarrollarse de sí en modo alguno, y no puede producir ninguna determinación ni conocimientos, ni leyes morales, también, se niega, sin más, a admitir y a hacer valer en sí cualquier cosa que tenga carácter de exterioridad.[7]

Por ello, la posición Kantiana respecto a lo que sí podemos conocer o no, es bastante clara, y pareciera que ya no debe someterse a una ulterior revisión. Sin embargo, el filósofo que vuelve a abrir ese tipo de problemáticas, para colocarlas dentro de su sistema filosófico es Hegel, ya que afirma que si se puede predicar la existencia de lo absoluto, o de Dios. Para ello, éste tiene que ser designado con una serie de predicados: como Dios existe[8], es eterno, es omnipotente. Tan sólo con mencionarlo y hablar de él, ya se está dando cuenta de su existencia, pues pareciera que existir en el pensamiento es existir realmente en la realidad –como lo había hecho San Anselmo, al dar las pruebas sobre la existencia de Dios– Pero Hegel, no quiere hablar de el Dios en el sentido Cristiano del término, como un ser único de esa religión, sino más bien de un ser universal que está presente dentro de las representaciones de la divinidad en todo el mundo, como lo pueden ser: El ídolo, para los budista, para los chinos, entre otras figuras míticas.

El conocimiento de la creencia en Dios, tiene que proceder de lo inmediato[9]. ¿Pero por qué? Tiene que haber un reconocimiento claro y preciso de él. El hombre culto, puede después de haber estudiado largo tiempo temas diversos, llegar a la resolución de problemas en unos instantes; como algún matemático experimentado que pueda dar el resultado de una ecuación. Lo mismo pasa en lo que se refiere al conocimiento de Dios. La idea de la divinidad no es una idea innata como lo había planteado Descartes, si no se debe al aprendizaje, como lo había dicho Locke, que requiere de tiempo para que pueda ser asimilada por los individuos. Y es por eso, que cuando a éstos se les pregunta sobre la existencia de Dios, pueden responder tan rápidamente, y decir si son creyentes o no.

Conclusión: Hegel, pone en tela de Juicio la doctrina de su coetáneo Kant, al empeñarse en criticar, y en resaltar todos los puntos escuálidos de la doctrina Kantiana; en sus obras, como la fenomenología del espíritu, y la enciclopedia de las ciencias filosóficas. Pues Hegel, no le pone límites al conocimiento ni de lo material, ni de lo espiritual; su filosofía la sitúa en todos los terrenos, y no deja que nada se le escape.































Bibliografía.



Hegel, G.F Enciclopedia de las ciencias Filosóficas, México, Casa Juan Pablos, 2002.
Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez

Reporte de Lectura sobre la "Fenomenología del Espíritu", que forma parte del Espíritu Subjetivo, dentro de la Enciclopedia de las Ciencias Filosófica

Antes de Kant, se consideraba que la consciencia tenía relación con las nociones mágicas o místicas, es decir, que el razonamiento se llevaba a cabo automáticamente. Él, es uno de los pensadores que hace la distinción entre: conciencia intuitiva y conciencia discursiva, la primera tiene que ver con lo que ocurre con los datos exteriores que son percibidos por los sentidos, la segunda tiene que ver con lo que se lleva a cabo dentro del aparato conceptual del individuo –el entendimiento- que se basa en categorías que son necesarias para llegar al razonamiento puro, libre de todo tipo de condicionamientos sensibles. Él, pensaba que debía existir una conexión entre el hombre y el mundo, para lo cual hace la separación entre el sujeto y el objeto; y hace énfasis en que el primero pone las condiciones bajo las cuales quiere conocer. Lo prioritario es hablar de la conceptualización fenoménica de los datos de los sentidos, para lo cual hay que hablar de lo que se ubica espacio-temporalmente. Entonces, ¿Qué es la consciencia de acuerdo al Kantismo? Para poder tener una percepción de lo que acontece en la realidad tiene que darse un proceso, o sea el paso de la conciencia intuitiva hacia la consciencia recursiva, lo que constituye un cambio en la manera de concebir la conciencia respecto a la noción tradicional, que la concebía como algo automático, sin grandes complicaciones que no sabían explicar lo que ocurría al interior del aparato cognoscitivo.
Hegel no conforme con los planteamientos Kantianos de la conciencia, decide llevar las cosas más lejos, al mencionar que lo que Kant describe respecto a ésta, es algo parcial que únicamente queda reducido al plano de los fenómenos, lo que la convierte en algo de carácter subjetivo, que no tiene validez de las determinaciones objetivas y absolutas, que son la figura del espíritu. Para ello, el tiene que analizar detalladamente cada una de las etapas por las que pasa la conciencia, a través de las mediaciones hasta llegar al conocimiento absoluto, así se hace la siguiente división: conciencia sensible, autoconciencia y autoconsciencia absoluta, que se presenta dentro del espíritu y la máxima expresión de la razón. La primera, hace mención de lo que ocurre en el campo de la sensibilidad.
Lo sensible es aquello que entra por nuestros sentidos, o sea se trata de percibir lo que ocurre dentro del mundo material. El tener los datos sensitivos permite que podamos reconocer y nombrar los objetos como una mesa una silla. Todos los días tenemos contacto con objetos del mundo exterior, pues para tener presente nuestra existencia implica tener acceso toda una gama de sensaciones; cuando esto lo realizamos así, nos colocamos en el plano de la conciencia sensible. Los hechos sensibles también reciben el calificativo de hechos particulares y frecuentemente hacemos descripciones[1] detalladas como: El cielo está azul, La casa está bonita. Y así, tenemos que otra de las características de lo particular es la contingencia, los cambios que va experimentando, por estar colocado en el terreno de lo perecedero. Mediante las percepciones una parte de nuestra identidad se va constituyendo, es el yo el que lo va realizando, para tener consciencia de su existencia.
El punto de la relevancia del percibir ya había sido expuesto por Kant[2], cuando habla de que dentro de las ciencias debe pervivir la experimentación –empiricidad– como el punto de partida que nos lleva a la validación y verificación de los datos empíricos, que sirve para que científicamente se puedan esbozar: teorías, axiomas. Las ciencias dentro del mundo pos kantiano y post hegeliano (actualmente) tienen que trabajar de esta manera, y por eso los campos disciplinares de las ciencias se han expandido había el horizonte de la empiricidad lo que ha hecho posible el surgimiento de nuevas disciplinas como la genética. Lo particular se convierte en la puerta de entrada para el conocimiento de lo general. Existe un continuo llamado a que no nos conformemos con lo que la consciencia sensible nos ofrece, para llegar al pensamiento elaborado que se gesta dentro de la autoconsciencia. El camino para convertir lo singular en lo abstracto, se lleva a cabo mediante el intelecto.
Así, lo singular se convierte en la materia prima con la que éste trabaja para poder hacer generalizaciones, lo que nos coloca en otra de las dimensiones de la consciencia que es: La autoconsciencia[3] tiene un grado más elevado de la consciencia sensible, y es donde el yo reflexiona de manera integral sobre su existencia, apuntando hacia el espíritu. El yo tiene apetito por conocer los fundamentos racionales que rigen al mundo dentro de todos los ámbitos. Por eso, la consciencia se va elevando para poder alcanzar la certeza y la comprensión de lo absoluto. Se trata de un yo que no se quiere ver limitado por las condiciones propias de la finitud, y trata de ver las últimas consecuencias del conocimiento, al ir escalando por los diferentes grados de la consciencia.
La autoconsciencia tiene que llevar la delantera, pues subsume a la consciencia sensible dando determinaciones de los objetos, y cuando nos hallamos con la autoconsciencia re cognoscitiva, lo que está por encima de la consciencia, es la autoconsciencia re cognoscitiva, la cual tiene que vigilar el funcionamiento de la autoconsciencia. Ésta toda vía está emparentada con la inmediatividad, ya es aquí donde el yo tiene apetito del conocimiento que no se satisface. La autoconsciencia recognoscitiva[4] regula la relación entre la consciencia sensible y la autoconsciencia, para que ambas puedan funcionar conjuntamente, en una relación de interdependencia, que da como resultado que ambas se complementen, lo que constituye el camino para llegar a la consciencia absoluta, como uno de los grados más altos del conocimiento, donde tiene cabida la afirmación; porque ya se han superado las contradicciones necesarias entre la consciencia y la autoconsciencia, lo que da como resultado que la objetividad tenga validez. “Como la vida es tan esencial como la libertad, la lucha termina primeramente como negación unilateral con la desigualdad; esto es, que uno de los combatientes prefiere la vida, se mantiene como autoconciencia singular; pero abandona su pretensión al reconocimiento; pero el otro se aferra a su relación consigo mismo, y es conocido el primero supeditado. Ésta es la relación de su señoría y su servidumbre.[5]
Por tal motivo, la autoconsciencia universal[6] tiene independencia y representa la unión de la consciencia sensible con la autoconsciencia, así podemos tener la fundamentación absoluta y esencial de la moral –lo relativo a los valores universales– de lo concerniente al buen funcionamiento de las instituciones sociales como: El estado y la familia.
El análisis kantiano de la consciencia se queda corto, ya que sólo apela a lo fenoménico, que queda reducido a una relación desigual entre el sujeto y el objeto, donde el primero sólo determina al objeto. Por lo que Hegel, rompe con la tradición Kantiana, al pronunciarse por la unión que se debe manifestar entre la consciencia sensible y la autoconsciencia, lo que nos lleva a la autoconsciencia universal, como aquello que está más allá de lo fenoménico, y se localiza en lo espiritual, la base para la fundamentación racional absoluta de la realidad, lo que lleva a que se formulen juicios esenciales y determinantes de la moral, de la religión; de ahí que sea designado como la fenomenología de espíritu.



















Bibliografía:
Hegel, G.F Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, México, Porrúa, 2004.
Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez

viernes, 4 de diciembre de 2009

LA RELIGIÒN REVELADA, EN HISTORIA DE JESÚS

Es bien sabido, que la religión, reprime al inconsciente atemorizándolo y desconfiando. La esencia divina que en el culto se unifican resultado de una plenitud y se enuncia: “el sí mismo es la esencia absoluta”, perdiendo la conciencia, apareciendo ahora en una autoconciencia.
Para nosotros a la sustancia en objeto o, lo que es lo mismo, no restaura la sustancia de modo que la conciencia del espíritu sea hecho retornar a su comienzo, a la religión natural sino de modo que esta inversión sea producida para y por la misma autoconciencia, el sí mismo como tal, la persona abstracta, es esencia absoluta.
La sustancia se enajena de si misma y se convierte en autoconciencia; el otro, a la inversa, aquel según el cual la autoconciencia se enajena de sí y se convierte en coseidad o en sí mismo universal. Se puede decir, pues, de este espíritu que ha abandonado la forma de la sustancia y cobra ser allí en la figura de la autoconciencia, si queremos servirnos de las relaciones tomadas de la generación natural, en el espíritu absoluto se ha dado la figura de la autoconciencia y manifiesta ahora como la fe del mundo esto es como: un hombre real, que sea para la certeza inmediata, que la conciencia creyente vea y sienta y oiga esa divinidad. El espíritu es como la autoconciencia y es inmediatamente revelado a ésta, lo que se llama conciencia sensible es precisamente esta pura abstracción.
La unidad del ser y de la esencia es el saber inmediato de esta conciencia religiosa, por lo cual Dios se revela aquí como es, en el puro saber


especulativo, el saber mismo, el especulativo es el saber de la religión revelada, la esencia absoluta que no es captada como espíritu sólo es el vacío abstracto. “El pensamiento como representación”, la esencia se revela, ciertamente ante ella, pero los momentos de esta esencia, en virtud de esta representación sintética, se separan en parte uno del otro.
El espíritu absoluto, representado en la pura esencia, no es, ciertamente la pura esencia abstracta, sino que ésta, cabalmente por ser en el espíritu solamente un momento, ha descendido a elemento. La esencia es lo abstracto y, por tanto, lo negativo de su simplicidad, otro; y del mismo modo, el espíritu en elemento de la esencia es la forma de la unidad simple, la que, por tanto, es también esencialmente un devenir otro. Pero el mundo no es solamente este espíritu disociado y lanzado a la integridad y su orden externo, sino que, por ser esencialmente el simple sí mismo, éste se da también en él: el espíritu que es allí, el cual es el sí mismo singular que tiene la conciencia y que se diferencia de sí como otro o como mundo.
El mal se manifiesta como el primer ser allí de la conciencia que ha ido dentro de sí; y, como los pensamientos del bien y el mal son sencillamente contrapuestos y esta contraposición no ha sido resuelta aún, entonces, esta conciencia sólo es, esencialmente, el mal. Si el mal es lo mismo que el bien, ello querrá decir cabalmente que el mal no es mal y que el bien no es bien, sino que ambos han sido más bien superados: que el mal en general es el ser para sí que es dentro de sí y el bien lo simple carente de sí mismo.
.Bibliografía: Hegel, G. WF “La Religión Reveleda en Historia de Jesús, Madrid, Taurus, 1987 P.99

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Reporte de Lectura sobre la Antropología dentro del "Espíritu Subjetivo" en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas

Durante mucho tiempo se ha hablado del espíritu como una de las potencias que más han inquietado a la humanidad y por lo tanto, no es del todo fácil hacer una definición que nos lleve a esclarecer tal concepto. Se ha concebido tradicionalmente que el espíritu tiene que ser de naturaleza no material o simple, tal como lo consideraba Platón en uno de sus diálogos llamado el Fedón, donde se habla de la inmortalidad del alma. La naturaleza de ésta tiene que ser diferente a la del cuerpo, lo que significa que existe una dualidad entre el cuerpo y el alma, tal como Descartes lo planteaba al adjudicarle a la primera un papel primordial determinante para la formación de pensamiento, algo que se relaciona con la actividad mental. Descartes ve que lo corporal es dañino para la actividad intelectual, por lo que la existencia del hombre tiene únicamente validez en tal plano, por lo que el pronuncia. Pienso, Luego Existo.
¿Qué es lo que nos quiere decir lo anterior? En la interpretación clásica del espíritu, se le ha concebido como algo muy aparte del cuerpo, y de las motivaciones que están presentes en éste. La dualidad entre el cuerpo y la mente, hace que sean elementos contrapuestos entre sí, lo que da pie a que se hable separadamente de ellos. Los pensadores anteriores a Hegel, habían hecho muchas escisiones, para poder estudiar la realidad de manera separara, con lo cual se hablaba entre otras cosas, de la revolución copernicana realizada por Kant que postula: el sujeto sólo debe determinar al objeto. Sin embargo, esta manera resulta muy problemática para encarar la realidad; por lo que hay que recurrir a hacer valoraciones integrales que nos permitan comprender y entender el punto de vista más adecuado. Hegel se convierte en el pensador que quiere que la realidad se aborde bajo la égida de una concepción integral-racional, y para ello no se tienen que concebir al objeto y al sujeto como entidades separadas, sino como entidades que se determinan mutuamente; y lo mismo sucede con el alma[1] (con el espíritu) y el cuerpo. Ello da posibilidad que el conocimiento del sujeto y del mundo sea más comprensible.
Particularmente hay que partir del conocimiento de sí mismo, no como algo sumamente complicado en donde convergen interpretaciones metafísicas, sino como algo en donde se encuentran las pasiones, los defectos y virtudes del ser humano. Hay que proceder Socráticamente[2] en el conocimiento del sujeto para poder comprenderlo y estudiarlo antropológicamente mejor. ¿Entonces, desde una concepción Hegeliana, el espíritu tiene que ser esa parte del ser humano en donde está presente: la libertad, la negatividad, lo relativo a las pasiones? Sí. Se debe partir de que el espíritu es finito en el sentido de que pertenece al ser humano. El espíritu que se presenta tal cual como le pertenece al individuo tiene correlación con la subjetividad, es decir, con las diversas emociones que experimenta el ser humano. ¿Esto nos querrá decir que el espíritu además de tener relación con las pasiones humanas tiene relación con la inmaterialidad? Sí. La naturaleza del espíritu es equiparable a lo que ocurre dentro de los territorios de la física, en donde nos encontramos con los átomos y las partículas subatómicas. En éstos niveles, nos parece que la materia empieza a convertirse en un problema, ya que nadie ha visto un átomo, pero los estudios que se realizan, sugieren la existencia de átomos. Lo mismo sucede cuando hablamos de lo que ocurre en el calor[3], que no se puede ver a simple vista; pero con el progreso de las investigaciones científicas, actualmente es factible poder verlo, por medio de cámaras especiales. Dentro del mismo territorio de la física, la luz no tiene naturaleza material, y es uno de los fenómenos que en los últimos años en el campo astronómico se le ha dado prioridad, a raíz del descubrimiento de planetas que tienen lugar.
Como vemos, el alma no es la única potencia de carácter inmaterial con la que nos encontramos. Es necesario estudiar el mayor número de características posibles del espíritu finito, antropológicamente, tratando de ver cada uno de los detalles e implicaciones que tiene. El sueño y la vigilia se presentan como 2 estados que son esenciales para el hombre: El primero tiene relación con el reposo, que se debe tener después de un día de trabajo, y que sirve para que podamos recuperar las fuerzas perdidas durante el día; la vigilia constituye tener nuestros sentidos en alerta, lo que nos ayuda a desempeñarnos cotidianamente.
Las sensaciones se convierten en todo aquello que recibimos por medio de nuestros sentidos a través de la vista, el gusto, el olfato y el tacto. La vista sin duda, se convierte en uno de los sentidos, por el que recibimos las imágenes del mundo exterior, que procesamos para convertirlas en conceptos (la noción de árbol, de cada) que son indispensables para dar cuenta de las realidad. Tenemos que tener de cerca que tradicionalmente se le ha adjudicado un papel determinante al corazón, por la creencia de que éste es el lugar donde reside el amor. Dentro del imaginario colectivo, es común que nos encontremos con el dicho de que en el corazón está todo lo relacionado con el amor y con el desamor: Pues de aquellas personas que tienen una disposición para realizar el bien, se dice que tienen buen corazón; y en este plano, es donde nos hallamos con la figura del corazón roto, cuando se habla de una persona que ha sido decepcionada amorosamente. Es cuando se ha hablado de que el corazón tiene razones, que la razón no conoce.
Si nos podemos a hacer un análisis riguroso de las emociones tienen una conexión con lo que ocurre a nivel cerebral, lo que nos lleva a postular el carácter espiritual que pueden tener éstas. Los últimos estudios realizados a nivel de las neurociencias, han demostrado que ciertas regiones dentro del cerebro se activan, dependiendo de qué emociones experimente el individuo –tristeza, alegría, amor, odio. Las cuestiones espirituales no las podemos sentir a la manera de los objetos concretos; pero si las podemos percibir. El ser humano tiene la capacidad de reconocer no sólo sus propias emociones, sino las de los demás. Por eso, existen juicios de valor que se realizan respecto si una persona está feliz o no. Hegel, menciona que las emociones o los estados de ánimo se pueden contagiar de una persona a otra. Es importante mencionar la conexión que pueden tener los individuos entre sí, cuando experimentan emociones conjuntamente, pues cuando una mujer está encinta, tiene una vínculo con la criatura que trae en su vientre, que viene siendo una relación de alma. Numerosos estudios científicos, hablan del especial cuidado que debe tener la futura Madre durante el período de su embarazo.
¿Las relaciones entre las personas se encuentran determinadas por el sentimiento? Sí Las pasiones, las voliciones tienen un vínculo con lo que ocurre con los diferentes estados de ánimo de las persona. El sentimiento de sí, es una capa exterior del sujeto, algo que tiene relación la inmediatividad. Los afectos tienen que estar colocados como una parte que nos permite vislumbrar y conocer un poco de cómo son las personas. Las determinaciones sentimentales nos llevan a experimentar en el espíritu de ira, alegría[4]. Cuando los sentimientos únicamente encuentran un cauce por la vía de la negatividad, traen efectos dañinos y perjudiciales, no sólo para la persona que los experimenta, sino para aquellos que se encuentra su alrededor. Para evitar este tipo de inconvenientes, es necesario que el sujeto emprenda una serie de reflexiones que tengan presente el más alto aspecto espiritual. Solamente al interiorizar podemos encontrar la esencia espiritual auténtica de lo que somos. ¿Qué es lo que se necesita llevar a cabo? Una disposición que nos permita que los hábitos se encaminen de la mejor manera posible, es decir que la repetición de los buenos sentimientos, lleve a que se geste lo relativo a la moralidad. Una repetición que tenga únicamente en cuenta las pasiones negativas, conduce a la formación de hábitos negativos y perjudiciales. Si el sujeto es capaz de desprenderse de los malos hábitos, practicando buenos hábitos, puede encontrarse con el alma real: Cuando el espíritu es capaz de elevarse por encima de la exterioridad corporal, no rechazándola, sino viendo en ésta, la oportunidad que nos permite escalar hacia un punto de reflexión emparentado con la razón. “El alma en su corporalidad, formada y hecha suya propia, está como sujeto singular por sí, y la corporalidad singular por sí, y la corporalidad es, por tal modo, la exterioridad , en cuando predicado en el cual el sujeto se refiere sólo así, esta exterioridad no representa así sino al alma, y es el signo de ésta”[5].
Hegel, es un pensador que postula que para poder entender lo que acontece en la dimensión de lo espiritual del hombre, hay que ver en la relación mente-cuerpo no una dualidad en la que ambos elementos tienen que ser explicados por separado; sino como algo que tiene que ser explicado conjuntamente: Se tiene que partir de la consideración de ver las características propias del hombre, como las sensaciones, los sentimientos, que muestran su exterioridad, para que posteriormente podamos entender las manifestaciones de la interioridad que se dan en el aspecto espiritual, como la moralidad; y tal es el pensamiento hegeliano relativo a la antropología, que ha dado lugar a estudios posteriores respecto a la relación mente-cuerpo.








Bibliografía:
Hegel, G.F Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, México, Porrúa, 2004.
Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez

Reporte de Lectura sobre la lógica en "Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas de Hegel"

A
Primera posición de las sensaciones, las intuiciones, todo aquello que tiene relación con la pensamiento respecto de la objetividad
La captación de los datos del mundo exterior, sirve para tener una aproximación hacia el mundo del conocimiento. Para que las ciencias puedan llegar a sus fundamentos, es necesario que capten y analicen los datos meramente empíricos[1] (inmediatos) para que por medio de la reflexión puedan ser transformados en ideas. Pareciera que se trata de un procedimiento en donde no confluyen implicaciones, y que se trata de algo simple todo esto. Pero las cosas se complican más, cuando se intenta hablar de la existencia o no existencia de Dios. Ésta es una de las ideas metafísicas que tiene que ver con el sistema de creencias propias de una comunidad a través del tiempo: Las diferentes religiones del mundo han dado cuenta de tal idea, de diferentes formas, por ello se gestan varias concepciones de la divinidad, que van desde el Islamismo hasta el Cristianismo. Las religiones dominantes, postulan la existencias de Dios sin mostrar tantos argumentos, pues no aceptan pruebas adicionales para fundamentar tal creencia, lo que ha dado pie a que ganen millones de adeptos en todo el orbe.
De lo que se trata es de hablar de que el acercamiento a lo inmediato, que es te caso es la idea metafísica de Dios, hay que considerar una serie de factores que nos llevan a dar cuenta de ella con mayor profundidad, y fundamentación. La metafísica que no quiere procurar esto, se ha llamado dogmática[2]. ¿Entonces, cuál es la alternativa que tenemos para que podamos estudiar al absoluto, a la idea de Dios de manera crítica y articulada, y no de manera cerrada y hermética? Lo que se tiene que hacer es que debemos posicionarnos en otras de las regiones de la metafísica: La ontología, la psicología, la cosmología, y por último en la teología. La “ontología[3]” tiene que ver con las determinaciones esenciales del ser, del absoluto, como la existencia, la simplicidad –predicados que se le adjudican al ser superior. Éstas tienen que ser sometidas a criterios rigurosos para que se las examine íntegramente, y así pueda verse qué tan verdaderas resultan, y cuáles contradicciones son las que presentan. La “psicología”, se encarga de estudiar lo que ocurre dentro del espíritu humano, de las determinaciones que lo guían para ejecutar determinados comportamientos. Es muy complejo lo que ocurre dentro de la psique. La tercera rama de la metafísica es la ‘cosmología’[4], que se encarga de estudiar lo relativo a las características del mundo material: lo finito, lo perecedero, el cambio, la necesidad, y los problemas humanos relativos a la libertad y al origen del mal. Por último, nos encontramos con la “teología”, que tiene que ver con los atributos que se le adjudican a Dios: sabio, justo, bueno, etc. Éstos pueden ser examinados desde el ángulo de la finitud humana, pues puede decirse que algunos hombres poseen gran sabiduría, como en el caso de Aristóteles, y que algunos son poseedores de la justicia, con en el caso de Simón Bolívar. ¿Pero qué pasa cuando tales atributos finitos, que parcialmente están presentes en los humanos, sirven para ser aplicados a la divinidad? Sucede que Dios únicamente tiene que poseer todas las perfecciones en conjunto.
El llevar a cabo el examen de las ideas metafísicas, como la idea inmediata de Dios, conlleva a que se tengan muchos elementos en cuenta; ya que la concepción de la divinidad, de lo absoluto ha variado a través del tiempo dentro de las diferentes culturas. Pero el punto de coincidencia de las religiones monoteístas, es en predicar que Dios es todopoderoso. Con lo anterior, Hegel nos muestra que hay diferentes interpretaciones que pueden coexistir cuando se concibe a la divinidad, y no una única, como lo habían postulado pensadores como Leibniz, que concebía al absoluto como la mónada superior, que contemplaba a las demás mónadas –las cosas del mundo material. En una palabra: Se hablaría que hay un dinamismo cuando Hegel concibe a la idea inmediata de Dios, a diferencia del estatismo de pensadores como Leibniz, lo que nos permite ver la metafísica de otra manera.
B
Segunda posición del pensamiento respecto a la objetividad
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Se ha considerado que el empirismo y la metafísica son corrientes de pensamiento, que están contrapuestas y separadas entre sí[5]. Los empiristas afirman que la experiencia es la única que nos puede dar la garantía de la realidad; hay que dudar de los acontecimientos sensoriales del mundo exterior. Aquellos filósofos que están emparentados con la metafísica –muy por el contrario– opinan que las abstracciones, los pensamientos, son los que nos proporcionan los esquemas conceptuales de la objetividad del mundo. Entonces, nos encontramos con quienes encuentran los criterios de verdad, de verificación, en lo que nos muestran los sentidos, y aquellos que dudan de todo lo que tiene carácter sensible para posicionarse dentro del pensamiento abstracto. Sin embargo, tal vez nos se ha ocurrido pensar que tales posturas filosóficas pueden coincidir en algún ángulo, o en otros términos: Tanto el empirismo como la metafísica tienen en común en la fe ciega en las propuestas que presentan, porque ambas creen que esa es su verdad, de acuerdo a su propio sistema.
David Hume[6] –uno de los representantes del empirismo Inglés– lleva hasta sus últimas consecuencias tal corriente de pensamiento, niega completamente la realidad de la metafísica, incluyendo a las abstracciones, que se relacionan con las matemáticas, así que lo único que no podemos dudar es lo que se presenta ante nuestros sentidos. Por otro lado, el postula que la universalización y la necesidad no corresponden a lo que la experiencia nos aporta, sino que tiene relación con el proceso que se lleva a cabo mediante la asociación de las ideas –asociacionismo- que es producto del hábito y la repetición. Así vamos adquiriendo los diferentes conceptos, como lo es el de árbol. ¿Esto quiere decir que tanto la universalización, como la necesidad, están relacionadas con la metafísica, por que están en el campo de las abstracciones? Como vemos, ni Hume que rechazaba la metafísica, se salva de caer en ella.
Otro de los filósofos que postulan lo inabarcable y problemático que pueden ser las ideas metafísicas, es Kant, quien retoma en cierta medida los planteamientos de Hume, respecto al descrédito de la metafísica. Él a diferencia de Hume, no descarta en absoluto las ideas metafísicas trascendentales (Dios, el alma, la inmortalidad), ya que las podemos pensar, pero no conocer. Sus esfuerzos por querer colocar a la filosofía en el camino seguro de la ciencia, de la objetividad, lo llevan a proponer que el conocimiento del mundo o de la realidad, debe partir del sujeto, el cual pone las condiciones de lo que quiere conocer. Kant, es un firme defensor de la autonomía –la interioridad–que tiene el ser humano, para hablar de los fenómenos, o de las cosas del mundo sensible, y lo que tenga un carácter ajeno al individuo, es exterior, como lo es la idea metafísica de Dios. Existe una dicotomía en el pensamiento Kantiano, cuando habla de la interioridad, en contra de la exterioridad.
Para él, la objetividad de la realidad, puede encontrarse, si se parte del sujeto. Las categorías[7] se presentan como los elementos que sintetizan los datos del mundo sensible, dentro del entendimiento, para que puedan ser transformados en abstracciones, lo que permite que la razón pueda elaborar esquemas no sensibles, que llevan a la objetividad del conocimiento, del pensamiento puro e incondicionado. ¿Pero Kant no se percata que para que podamos colocarnos en la región profunda del pensamiento, no podemos renunciar en modo alguno a la metafísica? De acuerdo a la postura Hegeliana, para encontrar la objetividad, obligatoriamente en nuestro pensamiento debe tener cabida la metafísica, a la cosa en sí, que nos garantiza la racionalidad de la realidad. “En el idealismo Kantiano, en cuanto se refiere a lo racional, la mancha cae sobre el pensamiento; así que éste sería insuficiente, porque no siendo adecuado a la percepción y a una conciencia que se limite al círculo de la percepción, los pensamientos no pueden encontrarse en ella. Del contenido del pensamiento no se dice una palabra[8]
Spinoza, postula que el ser supremo se encuentra presente en la naturaleza; en las formas que están en el mundo material. Él lo único que hace, es que reduce la existencia divina a lo finito, a lo limitado y a lo perecedero.
Hegel, al examinar detalladamente el empirismo, descubre que la metafísica no se puede hacer a un lado, confiriéndole un papel menor. Lo cambiante, lo perecedero –características del mundo material– dan pauta a que se crea en la existencia de lo ilimitado[9], de lo eterno, de lo imperecedero –características de la metafísica– llevan a postular la existencia de la cosa en sí. Ésta es la única manera por la cual el sujeto puede encontrar la objetividad, pues todo lo racional es real. Y con ello, Hegel demuestra que hay una equivalencia entre el ser y el pensar.








Bibliografía:Hegel, G.F Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, México, Casa Juan Pablos, 2002.
Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez

Reporte de Lectura sobre la Introducción a la Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas de Hegel

La actividad de la filosofía, que en este caso es la reflexión, la ha colocado en ocasiones el ser considerada como la Madre de todas las ciencias. No podemos hacer a un lado tal caracterización, pues desde hace mucho tiempo se ha dicho que es un saber totalizador que se encarga de perseguir la verdad. Y no es para menos que muchos filósofos la han defendido a capa y espada, de las críticas que le hacen las otras ciencias. Es en este sentido que a la filosofía se le ha dado el hombre de todóloga, por querer explicar con satisfacción cada uno de fundamentos que rigen el mundo. Uno de los defensores de tal postura, es Hegel, un filósofo Alemán que revoluciona el mundo de la filosofía. Por consiguiente, para que podamos entender por qué él se posiciona de esa manera, mejor prosigamos a la exposición de uno de los fragmentos de su libro que se llama: La enciclopedia de las ciencias filosóficas.
La filosofía y la religión tienen en común la búsqueda de la verdad[1], o la del ser absoluto que se le ha llamado Dios. Éste constituye uno de los objetos y presupuestos a los que sin duda no podemos tener acceso –en el sentido Kantiano a lo que se le denomina cosa en sí– pues es una de las abstracciones que todo ser humano ha pensado alguna vez en su vida. Si profundizamos en los aspectos filosóficos de tal existencia metafísica, nos daremos cuenta de que no resulta del todo difícil tener una creencia respecto a lo absoluto, a pesar de que haya personas que no crean en un Dios. ¿Entonces, esto significa que para poder creer en ese ser absoluto, es necesario que lo científico, lo que tiene carácter racional, no esté peleado con los sentimientos, con la creencia o con la fe? Sí. Durante mucho tiempo ha existido una dicotomía que ha hecho que lo racional, lo que tiene estrictamente carácter científico, no deba estar ligado a los sentimientos, a las voliciones, o a las creencias.
Una de las características del ser humano es la racionalidad, lo que lo lleva a construir diferentes configuraciones de la realidad, como lo son: Los diferentes sistemas políticos y morales que imperan alrededor del mundo. A su vez, el hombre no puede desprenderse de sus voliciones y creencias, ¿Pero cómo le puede hacer el individuo para no sólo posicionarse del lado de la racional y que se olvide de los sentimientos, de la creencia. Primero, hay que entender que por medio de las representaciones inmediatas –una de las cosas a las que aludían los empiristas– donde confluyen las sensaciones, los sentimientos, pueden ser examinadas por un proceso reflexivo, que las transforma en pensamientos e ideas. Entonces vemos que se abren 2 brechas: la primera tiene que ver con los datos sensibles se le ha llamado la vía de la inmediatez, y a la segunda que tiene que ver con las abstracciones, con la formalización se le ha llamado la vía de lo mediato. Ambas representan maneras de articular para conocer el mundo. ¿Pero cómo le podemos hacer para tener una interpretación de lo más acertada posible de realidad, tomando en cuenta tanto lo inmediato como lo mediato? Se tiene que hacer el esfuerzo por tener una profunda reflexión, que nos permita convertir los datos sensibles, en ideas en pensamientos[2].
Es de humanos el filosofar, el tratar de comprender una diversidad de situaciones que van de lo político a lo económico, para hallar todas las implicaciones posibles. La filosofía es una labor que comúnmente puede ser entendida como fácil, que requiere un mínimo de esfuerzo, a lo que Hegel responde: “La actividad filosófica es una de las más elevadas a las que se puede dedicar el hombre”[3]. Es aquí, donde se procede con rigurosidad el examen de las problemáticas, algo nada sencillo. Lo racional, el desenvolvimiento del espíritu cobra fuerza para anclarse en lo profundo de la reflexión filosófica. ¿No querría decir que hay una contradicción respecto a que se ha estado señalando una y otra vez que las representaciones no deben estar peleadas con los pensamientos, cuando se habla de la preeminencia del saber filosófico? Para que podamos entender tanto el avance de la empiricidad, de la inmediatez y de la reflexión dentro de las ciencias, será necesario posicionarnos en uno de los acontecimientos que revoluciona al mundo es: La reforma protestante impulsada por Lutero. Ésta le quita un enorme poderío a la Iglesia de Medioevo, que no permitía que el conocimiento, la investigación fueran prácticas comunes, reconocidas por la comunidad.
Gracias a la reforma Luterana, el avance de la física provocó que se tenga otra concepción del hombre y del cosmos. Las leyes de Newton[4], entre ellas la de la gravitación universal, permiten el desarrollo de la física moderna –el preámbulo para el estudio de la física cuántica. Como vemos, las ciencias, entre ellas la física, han permitido que la humanidad vaya teniendo progreso. La historia, la geografía, la medicina, el derecho, tienen que ver con lo contingente, con lo parcial y accidental[5], que es producto de la experiencia. Particularmente vemos que dentro del derecho, las leyes varían de un lugar a otro, dependiendo el año de su promulgación.
El objeto de estudio de los demás saberes, ajenos a la filosofía es incompleto y parcial, mientras que el objeto de estudio de la filosofía es completo, porque se centra en los pensamientos en las abstracciones que apelan a lo absoluto, en una palabra: se habla de un sistema[6], que tiene relación con todos los órdenes del conocimiento. Dentro de la filosofía existen diferentes corrientes de pensamiento, como lo puede ser el racionalismo, el empirismo, y cada una de ellas tiene su propio sistema. Además para que el sistema filosófico pueda funcionar de una mejor manera es necesario tener en cuenta, que debe de incluirse a la cosa en sí, al ser absoluto, para que así se pueda dar cuenta de la verdad.
Conclusión: El objetivo de Hegel en la Introducción a la Enciclopedia de las ciencias filosóficas, es mostrarnos el valor supremo de la filosofía, respecto a los otros órdenes del saber, porque va a los fundamentos, a los argumentos, a los principios[7]. Y a pesar de que haya una multiplicidad de corrientes ideológicas dentro del campo filosófico, cada una de ellas tiene su valor propio, en sí mismo. Para que tal saber pueda operar de esa manera Hegel hace la distinción entre: lógica, filosofía de la ciencia y filosofía del espíritu[8], que son tratadas en el desarrollo del libro.











Bibliografía:
Hegel, G.F Enciclopedia de las ciencias Filosóficas, México, Casa Juan Pablos, 2002.
Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez