domingo, 6 de diciembre de 2009

Reporte de Lectura sobre la obra de Hegel: La historia de Jesús

El hablar de los asuntos concernientes a las religiones tiene relación con lo que se vive actualmente, pues a través de los años se han ido gestando diferentes creencias que dan cuenta de la divinidad. A pesar de que los avances científicos y tecnológicos nos han dado una mayor comprensión de los sucesos, de hacer cada vez más inteligible lo que ocurre a nivel global, hay una gran variedad de cultos que van desde el Cristianismo hasta el Budismo. La religión es uno de los quehaceres inherentes al ser humano, por ser finito y mortal. En los últimos tiempos han surgido un mayor número de sectas, de iglesias que pretenden tener tras de sí la verdad sobre la divinidad.
Dentro de este contexto vale la pena que nos preguntemos: ¿Habrá algunas religiones mejores que otras? ¿Cuál es la mejor forma de acercarse a la divinidad? El cristianismo con sus diferentes vertientes, es una religión que se ha extendido alrededor del mundo ganando millones de adeptos. Y en ésta, la figura de Jesús es fundamental para entender la doctrina cristiana. La religión que más le interesa a Hegel es el cristianismo, ¿por qué? Él pretende darnos una visión moralizante y racional de la vida de Jesús, como el hombre que dejó grandes enseñanzas morales a la humanidad. Hay que partir de las revelaciones y de los testimonios que se encuentran de él en la Biblia. Si se quieren sacar realmente argumentos que tenga un valor edificante para el espíritu, es necesario prescindir de los mitos que hay en torno a la figura de Jesucristo[1], pues se le debe recordar como una persona excepcional que cambió para siempre los paradigmas de la ayuda y el amor al prójimo. Hegel, es uno de los defensores de los hombres que realmente han revolucionado a la humanidad en el plano de lo moral, para él es fundamental hablar de los retratos morales de Sócrates y de Jesús, como los defensores de la interioridad del ser humano, y que desgraciadamente ambos fueron condenado injustamente por las leyes y por el pueblo. “De esta manera se oponían siempre a Jesús los prejuicios de los judíos, quienes lejos de buscar un maestro que tratase de perfeccionar sus costumbres y librarlos de sus prejuicios contrapuestos a la moralidad, querían, por el contrario, un mesías que les liberase de la dependencia de los romanos y no encontraban en Jesús a un tal mesías[2]”.
Hay que hacer a un lado la exterioridad, que tiene relación con las apariencias del mundo material en donde lo superficial le hace daño al hombre. Como afirma Hegel respecto a Jesucristo: “Sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera están pintados y en cuyo interior mora la putrefacción; os revestís de una apariencia exterior de santidad, pero por dentro no tenéis más que hipocresía e injusticia.[3]” Seguramente más de una vez, hemos escuchado la metáfora de la luz, donde se encuentra la claridad y la distinción, permite que el hombre se pueda guiar por la sabiduría y por el buen camino. Para poder tener ese rayito de luz, es necesario que se preste atención a la escucha de relatos morales, que en este caso vienen siendo las parábolas. Debemos recordar que Jesús para impartir sus enseñanzas, lo hacía mediante éstas. ¿Por qué? Una parábola es un relato que se cuenta, en donde los hombres son los protagonistas, a diferencia de los mitos, en los que se habla de hombres y Dioses, o de las fábulas que sólo habla de animales. Por lo que para poder buscar el reino de Dios, no se necesitan muchas cosas: lo único es ser sencillo de corazón y practicar las enseñanzas de Jesús.
¿Entonces, para obtener el camino de la salvación, no es necesario pertenecer a un determinado credo religioso, con todas las implicaciones que tiene? No. A pesar de que los discursos contemporáneos de las religiones hegemónicas una y otra vez nos estén martillando: “Si no perteneces a un determinado credo, automáticamente te condenas y no obtienes la salvación”. Son argumentos que infunden temor, lo que ha hecho de las religiones un negocio progresivo y en aumento. Entonces, Hegel cree que la fraternidad se puede dar en los seres humanos independientemente de sus rasgos étnicos, religiosos y culturales, lo más importante es que se pueda hablar de un humanismo en donde confluyan los valores relacionados con la interioridad del ser humano. A lo largo de la historia se han gestado luchas en nombre de la religión que no han dejado más que la herida abierta –sangre inocente ha sido derramada- ,lo que ha ocasionado que haya una intolerancia religiosa, que en nuestros días pervive en gran medida. Lo mejor, es hablar de la práctica de los principios, de tener en cuenta a la ética, y que mejor manera de hacerlo, que recordando el legado de Jesús, como uno de los maestros morales y espirituales de todos los tiempos. Como afirma Hegel: “Así como el hombre divino singular tiene un padre que es en sí y solamente una real; así también el hombre divino universal, la comunidad, tiene por padre su propio obrar y su saber y por madre el amor eterno que se limita a sentir, pero que no intuye en su conciencia como objeto inmediato real.[4]

















Bibliografía:

Hegel, G. W.F, Historia de Jesús, Madrid, Taurus, 1987.

Elaboró: María Georgina Quintero Sánchez






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